El 27 de junio se cumplen dos años de la entrada en vigencia de la Ley de Etiquetados y al mirar atrás es posible visibilizar el impacto que ha tenido en nuestra sociedad desde la puesta en marcha.
Años antes, la gente solía hacer sus compras para el mes en los supermercados y no se fijaba en la formulación de los productos. Los adquirían sólo por costumbre, porque tenían buen sabor o, tal vez, por su económico valor.
Hoy en día la historia es diferente. Ese chocolate o galleta que llevaban antes nuestros hijos al colegio es sólo un recuerdo. Las frutas y productos sanos se convirtieron en habituales a la hora de colación.
Estas son sólo una manera de evidenciar la mayor conciencia que existe hoy en temas nutricionales, cuyo objetivo era fundamental en la Ley de Etiquetados. Aparte de tener una alimentación sana, había que educar. Y se ha cumplido el objetivo.
Pero no es el único, ya que la idea de llevar a cabo una medida tan revolucionaria como esta, destacada en los principales medios de todo el mundo, tenía como segundo pilar la entrega de un rol a los fabricantes, para que se pongan las pilas y reformulen los productos para que en junio de 2019 podamos encontrar en las góndolas de los supermercados más alimentos sanos y menos sellos.