Frente a la sospecha de una infección alimentaria, lo mejor es que acuda lo antes posible al doc. Sin embargo, es importante identificar los síntomas para afrontar adecuadamente el problema:
Fiebre: Lo primero que debe hacer es comprobar su temperatura corporal para saber si sufre fiebre o no. Normalmente este síntoma marca la diferencia entre una infección o una intoxicación. La fiebre es un mecanismo de alerta que se origina cuando un microorganismo está afectando algún tejido, en este caso del aparato digestivo.
Diarrea: Normalmente la diarrea comienza como agua y luego puede llegar a tener mayor consistencia. Pero si sale sangre en las fecas hay que preocuparse. Y si hay fiebre y diarrea al mismo tiempo debe acudir cuanto antes al servicio de urgencia más cercano.
Fiebre y diarrea son una pésima señal de infección digestiva. Para evitar la deshidratación debe beber suficiente agua cocida.
Vómitos: Si la diarrea se complica y sufre vómitos, corre el riesgo de deshidratarse. Al perder líquido en forma abundante y no poder ingerir agua porque se vomita, no podrá reponer ni el vital elemento ni los electrolitos que pierde. Si se agrava su cuadro será necesario que ingrese al hospital para facilitar la rehidratación.
Aunque en la mayoría de los casos de infección por consumo de alimentos en mal estado los síntomas son leves y no se hace urgente acudir al médico, también se deben considerar los siguientes aspectos:
Si el afectado es un niño o un tatita, en ambos casos el sistema inmunológico no funciona al ciento por ciento, por lo que los síntomas pueden agravarse y traer peores consecuencias.
Si se trata de una mujer embarazada, el feto puede resultar afectado en su desarrollo.
Si son pacientes trasplantados o enfermos de Sida, los síntomas pueden agravarse por su menor nivel inmunológico.
Hay que acudir al servicio de urgencia cuando la fiebre sea elevada y la diarrea o los vómitos no cesen, o existan síntomas que afecten al sistema nervioso, especialmente a la visión.