Son pocos los que no conocen a la loca de los gatos de la serie animada Los Simpsons y, aunque causa risa entre la barra tevita, el personaje representa una enfermedad siquiátrica verdadera: el síndrome de Diógenes o de Noé.
Se trata de un mal que distorsiona tanto la realidad a quien lo padece, que no se da cuenta que de verdad les provoca un severo mal a los animalitos que dice cuidar.
Los también llamados acumuladores de animales parecen a primera vista personas de buen corazón y que se preocupan por las mascotas, pero la realidad termina superándolas y la mala alimentación, la pésima higiene y la falta de cuidados médico esenciales puede culminar hasta en la muerte de los regalones.
Este caso, que sin duda es extremo, refleja de alguna forma una realidad que pasa mucho más inadvertida: la del amo que ralló la papa con las mascotas.
La sicóloga clínica Jimena Ávalos, explica que entre los problemas mentales hasta ahora diagnosticados relacionados con los animales sólo se mencionan el ya descrito síndrome de Noé, y la patología sexual llamada zoofilia.
Un punto aparte es el hecho de que la mayoría de quienes son descritos con trastorno de personalidad antisocial tienen en común el que durante su infancia les hicieron daño a mascotas y otros animalitos.
Sin embargo, a un nivel menos extremo también ocurren situaciones en las que los amos parecen orates con sus mascotas, aunque, por lo menos hasta ahora, no entran en el saco de los llamados problemas mentales.
A continuación les entregamos algunas claves para que usted mismo (a) se dé cuenta si el amor por su regalón lo tiene marcando ocupado
Amor asfixiante:
mantener a la mascota dependiente de uno no hace más que provocarle el llamado "síndrome de la ansiedad por la separación". El problema surge cuando no se está con ella y la mascota sufre en forma permanente esta ausencia, por lo que incluso estando con ella hay que crear espacios para que esté sola pero tranquila.
Como guagua:
una de las conductas más habituales entre los rallados por sus mascotas es humanizarlas, tratarlas y hablarles como a guaguas. Comprarles ropa y hasta zapatos según la temporada, etcétera.
Baño exagerado:
no faltan los que intentan cambiar el olor natural de su mascota a través de baños constantes e incluso usando productos como desodorantes y hasta perfumes.
Demasiada atención:
muchas veces tras dejar solo a la mascota el amo intenta compensar el tiempo perdido y lo ahoga con su atención. Lo ideal es que el regalón no sienta su presencia permanente, para que cuando no esté no lo eche de menos. Si no puede hacerlo, preocúpese.
Camas separadas:
aunque habitualmente duerma con su cachupín o minino, es recomendable de vez en cuando que él lo haga en su propia cama, para que si en algún momento le toca dormir solo no le sea tan traumático.
Otros estímulos:
tanto por el bienestar de la mascota como por el del amo, es muy recomendable fomentar en ellos otros intereses para que pueda disfrutar cuando se encuentre sola en casa.
Más es menos:
tener muchas mascotas no necesariamente es bueno para ellas, ya que a veces la cantidad es contraria a la calidad. Es mejor atender bien a una que más o menos a algunas y mal a muchas.
El ejercicio:
no son pocos los que en vez de hacer que su mascota se ejercite, la sacan a pasear en brazos, lo que es malo porque el ejercicio es súper necesario para ella, y porque profundiza la dependencia de su amo, aumentando la posibilidad de que sufra de ansiedad por separación.
Súper dependencia:
hay que preocuparse de verdad si el dueño de la mascota modifica en forma radical su comportamiento para estar con ella, como dejar de ir a trabajar o aislarse de amigos y familia. Si es el caso, no dude que es tiempo de consultar a un especialista.