Con 108 años Rosita Amelia está tiquitaca, guitarrea y baila como trompo

Rosa Amelia González Carrasco tiene el secreto para la eterna juventud. Durante los 108 años que jura tener ya perdió la cuenta de cuantos litros de leche de vaca y kilos de harina tostada tomó y comió en su vida.

Frente a sus ojos ha pasado casi toda la historia de Coínco, pueblo donde vive y del que conoce cada recoveco y a cada uno de sus poco más de seis mil habitantes.

Esta oriunda del Cachapoal, le hace honor a su tierra porque tuvo nada menos que 14 hijos, 12 chancletitas y dos varones.

La primera fue Lucinda, engendrada por su eterno enamorado, el que lamentablemente perdió el equilibrio subiendo un cerro y murió a pocos días de casarse con Rosita.

Manuel Benito Ramos, cuñado del finado, ni corto ni perezoso, acogió a la joven y, para que todo quedara en familia, se casó con ella en 1930.

LOS HIJOS

De forma casi extraordinaria, Rosa engendraba mujeres, una tras otra. Luisa Mercedes, María Bernarda, Adriana del Carmen, María Eugenia, Lidia Isabel, Ana Victoria, Clara Rosa y Eleonor del Carmen.

El noveno bebé fue Manuel Benito, el primer varón, quien puso una pausa en la historia chancletera de la doña. Al principio nadie en el pueblo le creía, así que Rosa les mostró a todos los incrédulos que el pequeño venía bien equipado de fábrica. Sólo así se convencieron.

Luego vino otra mujer, Rosa Inés, quien falleció a los seis añitos. El destino y el empeño de su marido, volvió a embarazarla y Rosita dio a luz a otra niña, a quien le puso el mismo nombre que la pequeña muerta. Luego vinieron María Gloria y María Angélica, las mellizas, hasta que se cerró la fábrica con Héctor Hernán, el conchito.

Luisa Mercedes, la mayor de sus hijas, hoy tiene 81 años. Ella es la encargada de cuidar a Rosita. Héctor Hernán, el último hijo, tiene 58 y junto a su familia ya ha sepultado a dos de sus hermanas, Adriana, en 1985, y Lidia, en 2004.

GUITARRERA

Para sus 11 hijos que aún habitan el calcetín de tierra, Rosita es la madre ejemplar. Siempre se preocupó de ellos y hasta el día de hoy disfrutan con su alegría, la que no se ha deteriorado con el paso del tiempo.

- Rosita, ¿cuál es el secreto para conservarse tan bien?

- El secreto es ser sanita y criarse con leche de vaca pura y con harina tostada. Si le contara, mijito, hay tantas cosas que ahora ya ni se ven con la modernidad.

- Yo tengo un amigo de 65 años que se conserva a puro chichón. Cuénteme, güeli. ¿Cuántos años tiene? Su carné dice que cumplió 100 años recién.

- Tengo más, porque en esos años en que yo nací a una la pasaban por el Civil cuando estaba crecida. Me llevaron cuando yo tenía como siete años, así que deben ser 108.

- ¿Y es verdad que toca la guitarra todavía?

- Claro. Incluso de repente me pego unos bailes, pero poco.

- Me imagino que no toca canciones de Iron Maiden…

- No. Ni siquiera sé qué es eso. Yo soy más romántica.

- Ya, abuelita. La felicito por estar como tuna. Me voy a tomar dos litros de leche al pie de la vaca.

- Bien le haría, porque se le ve bien deteriorado.

J. Pinto/ R. García

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