Con empujón extra príncipe metió la joya

El casorio de Guillermo con la plebeya Kate fue igualito a un cuento de hadas y todo salió de maravilla, o casi.

La novia se veía muy linda dentro del vestido que fue mucho más sencillo del que usó Lady Di. Su marido se puso un uniforme rojo de coronel de la Guardia Irlandesa del ejército británico, que según algunos se parecía a la chaqueta que usaba el señor Corales.

El príncipe rompió el protocolo segundos después de que su pierna suave llegara al altar acompañada por su padre. El novio le dijo: "Estás preciosa". Después se puso chacotero porque segundos antes de que comenzara la ceremonia religiosa se dirigió a su suegro y le comentó: "Se suponía que esto iba a ser una cosa pequeña y familiar".

El momento donde pudo quedar la mansaca ocurrió después del intercambio de votos de los novios que se realizó de manera impecable. ¡El mundo se detuvo cuando el príncipe intentó ponerle el anillo de bodas a su prometida!

Parece que la chiquilla tenía retención de líquido y su dedo había engordado, porque al pelado le costó caleta metérselo. Superar la primera falange del anular de la mano izquierda de su mano le fue difícil, pero al llegar a la articulación se quedó pegado y debió luchar varios segundos para dar con el final. El pobre Willy decidió atornillarle el anillo, le resultó y todo volvió a la normalidad.

SIN SABOR LATINO FUERON LOS CALUGAZOS

Willy y Kate sellaron con dos besos en el balcón del Palacio de Buckingham su matrimonio celebrado en la Abadía de Westminster, de Londres, en una ceremonia fastuosa y tras un multitudinario recorrido en carroza.

El balcón fue adornado por una cortina de color carmesí y contaba con ribetes amarillos, color que sintoniza con los tonos dorados de algunas de las rejas de la residencia oficial de la reina.

Acompañados por la soberana, sus padres, hermanos, sobrinos y una barra entusiasta de 500 mil personas, la pareja se besó y con eso mantuvo la costumbre inaugurada en 1981 por los padres del novio, Carlos y Diana. Una pareja que no tuvo mucha suerte, pero que protagonizó una boda tanto, o más impresionante que la de ayer.

Luego del primer beso que duró menos que un candy, la barra quedó con gusto a poco y comenzó a pedir "¡otro, otro, otro!" y los enamorados se lo concedieron de yapa. Fue un poco más largo y se lo dieron mientras se llevaba a cabo el desfile aéreo.

Lo penca es que ambos calugazos fueron bastante tímidos y medio cuneteados, casi como por compromiso, pero acordes con la formalidad del momento.

Habría sido feo que los cabros se dieran un beso con lengua, ¿o no?

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