Las largas horas arriba de un avión lo pueden dejar con el popín cuadrado y los pies hinchados, si es de los que odia volar.
Para sacar todo el estrés y relajar el nervio del viaje o incluso antes de comenzar su travesía, prometen que ni hay que moverse del Aeropuerto de Santiago.
Cache que ahora podrá hacer la postura del gato, la de la cobra o la flor de loto, para luego salir como pluma con sus maletas diciendo ¡Ohm! Todo gracias a los talleres al gratín que ofrecen en la terminal aérea.
"Las clases duran una hora y media, pero los pasajeros pueden entrar y salir de acuerdo a su propio tiempo. Tenemos 20 mats (colchonetas) y veremos cómo avanza la afluencia de pasajeros. Y si es mayor, compraremos más. El espacio es para más de 80 personas", soltó a La Cuarta Branko Karlezi, a cargo de las comunicaciones en el aeropuerto Arturo Merino Benítez.
Una que ya se fue como seda fue Gloria Apara, quien venía de Iquique. "Vi que había un cartel y me pareció increíble. Me acerque a la clase y, como siempre llevo calzas en mis maletas, pude ingresar", dijo la cabra con sabiduría oriental.
Agregó que "me fui bien relajada. Además, se podían ver los aviones despegar cuando hacías las posiciones. Me gustó que uno se logre desconectar del viaje".
Beneficios
Enrique Palma, profe de yoga y dire del Instituto de Desarrollo Humano, señaló al diario pop que "generalmente los pasajeros están sometidos a un estrés fuerte, además están sentados muchas horas y el cuerpo no está hecho para estar sin movimiento. El yoga ayuda a elongar la musculatura y para que exista una buena circulación sanguínea. Es beneficio inmediato".
El experto soltó que incluso los que vayan a las clases pueden usar lo aprendido en los mismos vuelos.
"La idea es que al hacer los ejercicios de respiración muchos los pueden aplicar cuando viajen, cuando sufran ansiedad antes del despegue", soltó Palma.