Todo partió la madruga del 1 de enero. Junto a la Zari, en un bar en la playa, comencé a clasificar a los hombres. Luego seguí, cerveza en mano, sentada en una cuneta con la Carol. El remate vino en mi casa, donde comenté a unas amigas el listado que había hecho. Por toda respuesta recibí un: "Clarita, compruébalo".
Una de ellas había creado una cuenta en Tinder: Alejandra, 51 años, con una foto de una playa. ¿Para qué un paisaje? Bromeando dije: "pon mi foto".
Esta vez mis acciones fueron al alza, en tres días hice match con más de 30 minos. Ahora, para ser honesta, la que da el like es la Alejandra, la dueña de la cuenta, luego de su selección responde: "Hola! odio esta página, nunca estoy en línea... si quieres me escribes al 9 9734..." (la frase y el número de teléfono son míos).
Ahí empieza el juego, la creatividad del macho chileno es maravillosa, todos, sin excepción, me dicen "no odies a nadie".
Andrés: "De dónde eres... país, provincia, etc. Pongamos horario, día y nos juntamos. Me gusta tu temperamento y pareces una linda Señora". Prototipo: conquistador desesperado.
Otro, WhatsApp a las 23.30: "Difícil hablar contigo. No comprendo por qué me dejaste tu WhatsApp!". Prototipo: narciso.
Seguimos: "Ale, soy Bliss en Tinder. Me llama Jerome. Estoy en Santiago ayer". Gringo que quiere ligar, se lo dejamos a las adolescentes.
Álvaro, decálogo de por qué no es sano "odiar"... armonía, equilibrio y el gran espíritu (Ahó Metakiaze). Prototipo: chamán vende pomada.
"¿Cuál es tu apellido, te tengo como Alejandra Tinder?", pregunta Abel. "No me llamo Alejandra, me dicen Peque, de "pequeñita". "¿Y cuál es tu nombre real y apellido?" A quién le importa mi árbol genealógico, de seguro quiere buscarme en Facebook. Prototipo: tradicional.
"Hola, soy Mario, posible candidato... por la página odiada". Prototipo: seguro de sí mismo.
Junto al saludo y la frasecita del "odio", Luis: "Che, estaba viendo esto". Foto de una puesta de sol en el Pacífico (según dijo estaba en Reñaca de vacaciones). Prototipo: romántico al "pedo", más si es argentino.
Pero, éste es el peor: "hola"; "hola, cómo estás", "hola, estás por ahí", "hola, hola!!!", "Hola, qué tal tu día", "Alooo". Si alguien no contesta, ¡¡¡no insistas!!! Mientras más usas tus dedos, menos te contestarán.
Un consejo: no escribas entre las 16.30 y 17.30, está bien que sea la hora en que todos quieren arrancar de la oficina, pero una mujer dispersa, como yo, no puede mantener cinco conversaciones sin cruzar los cables.