Acorralado por millonarias deudas que sumaban alrededor de 250 millones de pesos, el comerciante Luis Alberto Gómez Rojo (37) habría tomado la irracional decisión de contratar a un amigo de la infancia para eliminar a su socio, el empresario minero Fernando Muñoz Tapia (57).
Los restos del hombre de negocios de Santiago fueron encontrados la semana pasada en el sector cuesta Porotitos, 20 kilómetros al norte de La Serena.
Más de la mitad del cadáver estaba calcinado, tenía un golpe en la cabeza y 11 puñaladas.
Junto a Gómez Rojo fue capturado su yunta Víctor Luis Bolados Lara (34), a quien le habría pagado en efectivo para asesinar a Muñoz Tapia.
De acuerdo a la investigación, Gómez habría decidido asesinar a su socio porque este último le prestó plata y luego no tuvo cómo devolvérsela.
El cuerpo de Muñoz Tapia presentaba un golpe en el cráneo propinado con un diablo de fierro y casi una docena de heridas corto punzantes y penetrantes que le provocaron la muerte en el mismo lugar.
Antes de conocer lo que había pasado con su ser querido, su familia, en Providencia, había puesto una denuncia por presunta desgracia.
La acción criminal para dar muerte al empresario partió dos días antes del alevoso crimen, acaecido el miércoles 25 de mayo.
En horas de la tarde de ese día, según la investigación de la fiscalía, la víctima fue golpeada con el objeto contundente y también atacado con arma blanca.
De acuerdo a la fiscalía, un día antes del feroz homicidio, Gómez Rojo habría contratado a su amigo por 250 mil pesos, más 100 lucas mensuales que prometió entregarle por el lapso de un año.
Según datos surgidos en la formalización de cargos realizada ayer en el Tribunal de Garantía de La Serena, el día del crimen ambos imputados abordaron un taxi colectivo que los llevó desde la ciudad balneario hasta la Cuesta Porotitos.
Una vez allí, Gómez Rojo hizo que la víctima concurriera hasta el sector, esperándolo a un costado de la carretera.
Al llegar al lugar de la mortal reunión, Muñoz Tapia fue abordado por Bolados Lara, quien lo esperaba oculto en unos matorrales. Luego éste último -según las pesquisas- lo golpeó falleciendo por un traumatismo encefalocraneano.
Finalmente, el jueves 26, con el objeto de borrar las evidencias, uno de los autores del crimen -aún no está claro cuál de ellos- regresó a la cuesta y arrojó bencina al cadáver.
Con la acción del fuego el atacante logró quemar un 63% de la superficie corporal.
En la formalización de cargos se detalló que el presunto asesino a sueldo tiene antecedentes penales reiterados por hurtos y usurpación de nombre.
El sujeto se hacía llamar "Lucho Lara", chapa con la que era conocido entre sus amistades.
La magistrada Ximena Pérez estableció que en el cruento homicidio del empresario minero hubo alevosía, planificación y premeditación.
La jueza dio un plazo de 60 días para investigar el caso que conmocionó al país debido a su crueldad.
En este período el Ministerio Público deberá indagar los llamados telefónicos registrados en los celulares de Gómez Rojo y la víctima.
Mientras tanto, los presuntos asesinos, ambos oriundos de La Serena, pasarán sus días en la cárcel de Huachalalume.
ESTRÉS POR PÉRDIDA DE DINERO LO HABRÍA LLEVADO A RECURRIR A AMIGO
Para el abogado Raúl Castillo, defensor de Gómez Rojo, su cliente se vio sometido a un gran estrés por la pérdida de la plata.
Esto, sumado a que tuvo que asumir las calillas, lo habría llevado a recurrir a su amigo para matar a Muñoz Tapia.
El jurista Juan Pablo Segovia, defensor de Bolados Lara, indicó que se tiene que establecer en qué condiciones actuó su representado, es decir, como sicario o amigo paleta.
Para el fiscal Ricardo Salinas, los hechos están claros y evidentes, las pruebas son contundentes y están las confesiones de los imputados, aunque falta dilucidar si Bolados actuó motivado por la plata o por ayudar a su amigo.