Conoce el gran salto de la reina de la lencería erótica

En 1993, Angélica Piña vio cómo su marido se iba con una empleada y la dejaba a cargo del negocio familiar con una deuda que entonces era de 30 millones de pesos.

Con cuatro niños que mantener, la comerciante no se echó a morir y cambió el giro de su fábrica de ropa interior para convertirla en una de confección de lencería erótica y divertida, con la intención de revivir las pasiones que, según ella, le costaron el matrimonio.

Con la marca Sexy Vapy partió en un negocio de Patronato tan chico que sólo cabía una escalera que daba a la calle, porque apenas tenía un metro y medio de ancho. Y ahí la empeñosa forjó un respetable imperio que ahora la tiene al mando de 18 trabajadores de productos made in Chile.

“Al principio tuve que despedir a una trabajadora porque no le podía pagar y ella volvió con dos millones de pesos que dejó en la caja para que mi negocio no quebrara. Y yo le dije: Verónica, ¿de dónde se robó esa plata? Y ella me dijo que la había pedido prestada para ayudarme”, contó para graficar el cariño de su gente con ella.

Angélica además cree que sus creaciones han salvado cientos de matrimonios gracias al condimento que le ponen al cacheteo. Entre sus favoritas están los calzones “siempre listos”, que se abren al placer sin necesidad de sacarlos; también están los disfraces eróticos de colegiala y el de trabajadora de casa particulear.

Estrellas de nuestra farándula han usado sus prendas íntimas, como Marlen Olivari, Luli, Belén Hidalgo, Alejandra Díaz, y ahora las promociona la estupenda modelo Pilar Roa (en la foto).

Nueve años demoró Angélica en pagar las deudas y durante ese tiempo trabajó de lunes a domingo sin vacaciones. El esfuerzo de la señora dio frutos porque el 2008 el BancoEstado la reconoció como la microempresaria más innovadora del año. Y la misma institución la distinguió el 2012 entre todos los comerciantes que ya habían sido premiados, porque vendió la camioneta que le regalaron y con la plata creó tres puestos de trabajo.

Con tanto éxito, el pequeño negocio le quedó chico y se instaló en uno diez veces más grande en Antonia López de Bello #453, local 3. Además, ahora vende juguetes eróticos y fabrica lubricantes íntimos porque siempre le preguntaban si tenía. “Es muy buen negocio, se gana muy buena plata y de paso ayudamos para que las parejas sigan juntas al derrotar la monotonía”.

- ¿Y qué hará con el local chico?

- Ahí pondré un negocio de arriendo de trajes y disfraces. No lo puedo vender, ha sido muy importante en mi vida.

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