Álvaro Arce es, sin dudas, el chileno que más cacha de dibujos animados en el mundo. El hombrón ha trabajado en los más importantes estudios de animación de Gringolandia con la misión de arreglarle el caracho a varios monicacos como los Picapiedras, los Pitufos, los Snorkels, el oso Yogi y a su regalón Scooby Doo.
Arce es tan bacán que desde 1988 emite su voto en la Academia que entrega los premios Oscar.
Pronto a radicarse en el balneario de Algarrobo, el dibujante contó varias papitas sobre la historia del cachorro detective.
"Scooby Doo, que debe su nombre a una canción de Frank Sinatra (Strangers in the Night), nació el '69 luego de que la CBS le pidiera a Joe Barbera crear una serie de niños detectives que tuvieran fantasmas y misterios. Él, después de estar en Nueva York, llamó a sus creativos, nos comentó la idea y nos pusimos a trabajar altiro, pero nos hizo hincapié en que debía ser una mascota amigable", relató.
Fue así que después de tirar líneas en el papel, comenzaron a salir los primeros personajes. "Joe nos pidió que fuera un perro chico, pero hicimos uno grande. Pensamos en un San Bernardo y en otras razas hasta que a alguien se le ocurrió que fuera un Gran Danés. De ahí nació Shaggy que es un chico chascón, medio hippiento y con barbita", agregó.
-¿Y cómo se le ocurrieron esos dibujos?
-Éramos un equipo, pero Scooby y Shaggy fueron los que más dibujé y arreglé. Por eso me siento como su padre, aunque nadie puede atribuirse completamente su autoría. Creo que son los dibujos más importantes que he hecho, porque son re entretenidos, no como Fred, Vilma o Daphne que son más fomes. Shaggy, en su estilo hippie, es el único que entiende y habla con Scooby.
-¿Y cómo andarían si estuvieran en Chile?
-Nunca me había preguntado eso. De seguro andarían buscando aventuras y metiéndose en líos, quizá hasta irían a rescatar a los mineros.
-¿Cómo?
-Scooby metería a Shaggy a la paloma, como es flaquito, y de ahí bajarían para subirles el ánimo y ayudarlos a salir.