En la formalización de Felipe Rojas se reveló en detalle qué sucedió con la investigación en los 14 meses que Fer estuvo desaparecida.
Las 24 horas que transcurrieron entre el control de detención y la formalización de Felipe Rojas Lobos (25), único imputado por el homicidio de Fernanda Maciel Correa (21)), fueron amargas y tensas para la familia y la pareja de la joven.
Es que fueron casi 500 días de aguantar la rabia y las ganas de hacer justicia, pues a los pocos días de la desaparición de Fer, ellos estaban convencidos de que Rojas era culpable y la explicación de todo estaba en la bodega de la calle Llaima, ubicada a 100 metros del domicilio de la víctima. Y así fue.
Ante la jueza Claudia Hermosilla del Segundo Juzgado de Garantía se presentó a las 11.30 horas de ayer, Felipe. Sólo estaba acompañado de su abogada defensora y su equipo de profesionales.
Al fondo de la sala aguardaban los familiares, entre ellos su hermana Valentina y su pareja, Luis Pettersem. Como todos estos meses se mantuvieron estoicos mientras la fiscal, Patricia Varas, daba detalles escabrosos de los últimos minutos de vivió la joven embarazada de 7 meses y cómo habría sido asesinada.
Sin emociones
Felipe, como un muñeco rígido, no mostró emoción ni desvió la mirada del frente, ni siquiera cuando Luis Pettersem con un grito desgarrador le gritó "perro", seguido de sonidos incompresibles. Ese fue el momento en que las emociones del resto de los familiares también se desbordaron.
El hombre fue sacado de la sala y la persecutora de la Fiscalía Centro Norte prosiguió con el duro relato y con las múltiples diligencias realizadas y las teorías que descartaron tras las entrevistas con los familiares y amigos hasta llegar al testigo clave que logró destrabar la investigación y dar por fin con el hallazgo de Fernanda Maciel y su hija que estaba por nacer.
Se trata de Natalia Huentruquipay Zúñiga, ex polola de Felipe y a quien él le habría confesado que la muerte de Fer fue un accidente, ésta se cayó y "se golpeó la cabeza en una silla o una mesa, no recuerdo".
Luego la joven habría convulsionado y se fue, según la narración de Felipe. "Yo le pregunté por qué no pidió ayuda si fue un accidente", lo interrogó Natalia.
La fiscal aclaró que a esta testigo se le tomó declaración en enero y no dijo nada, pero que finalmente reveló todo lo que conocía el 23 de junio pasado, lo que originó la detención del imputado.
Las otras pruebas
Las imágenes de las cámaras fueron periciadas al principio de la investigación por la PDI y Carabineros y ninguno de los dos organismo encontró nada importante, manifestó la fiscal Varas.
Finalmente éstas fueron claves para establecer que Fernanda Maciel ingresó a la bodega sola el 10 de febrero del 2010, un poco después de Felipe Rojas.
Dos horas después salió el imputado y la segunda persona que se había mencionado, no salió del mismo recinto, sino de su domicilio particular y lo probó, reveló la fiscalía.
En los siguientes días el acusado entró muchas veces y particularmente el 12 de febrero llegó al lugar con un saco de cemento y cal comprados en una ferretería del sector. Dijo que era para arreglar una gruta, argumento que se descartó.
El estudiante de sicología era el único que tenía llaves para ingresar a la bodega porque los dueños de la empresa que arrienda el lugar y su único trabajador estaban de vacaciones y fuera de Santiago, el día que se produjo la desaparición.
Con todas estas pruebas la magistrada acogió la petición del Ministerio Público y formalizó a Felipe Rojas por homicidio calificado (por la cercanía que tenían ambos jóvenes), por aborto y por inhumación ilegal. Quedó en prisión preventiva por los 120 días que dure la investigación.
Perito forense: "Fue una muerte violenta del tipo homicida"
Fernanda murió por estrangulamiento con una tela gruesa que al momento de encontrarla aún tenía en el cuello y que, además, ataban ambas manos.
El informe de la perito forense, Vivian Bustos, señala que hay evidencias de que se trató de una muerte violenta del tipo homicida.
Fue encontrada momificada en un orificio de 70 centímetros, en una esquina de la bodega. Estaba envuelta en una tela, cubierta de cal y sobre ella había una losa de cemento, tierra y escombros.
Su cuerpo estaba momificado, no tenía ropa interior, sus pechos estaban al aire y presentaba a su hija asomada en su zona genital.
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