Dejó una vida a ocho mil kilómetros de distancia, a su madre, sus tíos, sus primos, su barrio, sus clases de francés que daba en la Universidad de Barquisimeto. En nueve días pasó por Colombia, Ecuador y Perú a bordo de un microbús hasta la frontera con Chile.
"Sé que al primer golpe de vista y al escuchar ni nombre y apellido la gente dice 'este es haitiano'. Pero es casi una verdad, porque soy hijo de haitiano y venezolana", aclara Pierre Samuel Duracin, 33 años, quien reconoce que lo suyo es muy similar a la historia de Jean Beausejour, pero en venezolano.
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Su ingreso fue irregular, por eso el 25 de abril llegó hasta el Estadio Víctor Jara para regularizar su situación. En ese lugar, apenas presentó sus papeles se dio cuenta de que muchos de los haitianos tenían problemas con el idioma. "No lo pensé dos veces y me ofrecí para hacer de traductor e intérprete de mis hermanos", cuenta.
- Pero te han visto en otras parte más aparte del Estadio Víctor Jara, ¿no?
-Estuve en un puesto de Extranjería y de la Subsecretaría del Interior ayudando a las personas que sólo hablan creolé a informarse y regularizar su situación.
- ¿Tu padre te enseñó creolé?
-Aprendí con él y después ya más grande viajé a Haití para conocer a mis otros hermanos, de la otra familia que mi padre dejó allá. También entre a estudiar a la universidad y después de nueve años, a los 23, me volví con mi madre.
- ¿Qué hacías en Barquisimeto?
-Allí hacía clases de francés y tenía un puesto en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) y un instituto de idiomas, además ayudaba a mi mamá en su negocio de confección de ropa. Pero la situación se echó a perder allá. Y decidí venir a Chile, donde llegué a vivir con unas amistades.
- ¿Venezolanos?
-Unos amigos que conocí en Haití, a los que contacté por redes sociales y me recibieron donde viven ellos. Me tratan muy bien, son mis hermanos.
- ¿Piensas retornar algún día?
-Todos los venezolanos tenemos un dolor inmenso, a pesar de que sonreímos, y es por la situación que se vive allá. Espero volver algún día, cuando vuelva a estar como era antes mi patria, que era un país muy rico y donde la mentalidad ha cambiado en muy poco tiempo y las personas que lo dirigen no sienten dolor por lo que se sufre.
Cuenta Pierre que "cerca del 80% de los venezolanos llegamos en autobús, porque no hay vuelos directos a Santiago y por la increíble inflación que hace inalcanzable un boleto de avión".
-¿Por qué Chile?
-Porque es ordenado y no llegué para hacer nada, yo quiero conocer su cultura, aportar, colaborar con mi modesto conocimiento. Por eso me ofrecí como voluntario para todo lo que se requiera en materia de traducción y ayuda a los haitianos. Hace un mes estuve en un puesto en La Vega, donde hay muchos hermanos que trabajan allí y deben regularizar su estada aquí. Algunos hablan muy poco español y hay que ayudar, por ellos, por Chile. Y ahora estoy como voluntario en todo este proceso de normalización en ChileAtiende.
- ¿Ya ha encontrado el amor en estos tres meses en el país?
-Con las actividades que tengo no se ha dado la oportunidad, aunque tanto venezolanos como venezolanas no podemos vivir sin amor. Ya saldrá mi alma gemela, paciencia.
- ¿Se adapta a Chile?
-Con otros compatriotas estamos aprendiendo modismos, chilenismos. Y aquí me han dicho que soy el doble de Bob Marley o de Marcelo, del Real Madrid, aunque el es cien veces mejor que yo con el balón.
Pierre sigue con su aporte de voluntario, dispuesto a dar su granito de arena y está a la espera de sus papeles definitivos. "Extraño a mi madre, que no se puedo venir por sus problemas a los huesos, espero verla en un tiempo más, abrazarla y ver si el verano se anima a volver Valparaíso, donde estuvo cuando muy joven".