Cuando el drama golpea tu puerta

No hay amor más grande que el de una madre. Miles de mujeres sobreviven a la angustia de tener un hijo enfermo o al luto de ver partir para siempre al amor más grande de su vida.

Son los casos de la conocida actriz chilena hollywoodense, Leonor Varela, quien perdió a su pequeño guerrero (que batalló con todas las fuerzas de sus años pequeños) y de la ex Miss Universo, Cecilia Bolocco, quien vivió su mayor angustia al enfrentar la delicada operación que permitió extirpar un tumor cerebral a Máximo.

"Creo en el amor a primera vista, porque te amo desde el primer momento en que te vi". Linda y honesta frase de la vida y de una anónima madre que, sin lugar a dudas, sirve para graficar el infinito amor que cualquiera de nosotras siente por nuestros hijo(a)s.

Curiosidades ingratas de la vida. El viernes 17 de noviembre, todo Chile estaba pendiente de la compleja cirugía al cerebro que se le realizaba a Máximo Menem Bolocco, cuando una dolorosa información nos emocionó: Matteo, el hijo mayor de Leonor Varela, había dejado la vida, el pequeño padecía desde su nacimiento de leucodistrofia, una enfermedad degenerativa. El corazón del héroe de carne y hueso, que luchó con el coraje de los grandes para ganar a la muerte, cerró sus ojos para siempre.

Leonor había publicado, en septiembre, un desgarrador mensaje en el que aseguraba que su hijo estaba "cansado" y pedía oraciones para que Matteo encontrara "la paz".

"Cuando te digo te amo, no lo hago por hábito, lo hago para recordarte que tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida". Con esta oración de otra anónima madre pretendo graficar la importancia que toma en nuestras vida la llegada de un hijo. Desde que nacieron mis tres hijas, todo cambió. Transformaron las alegrías, pasaron a ser mi prioridad, me entregaron plenitud, pero, principalmente, me hicieron experimentar un amor que no conocía.

Esto hace, quizás, sentirme tan unida a todas las madres que están pasando por el drama de tener un hijo enfermo. Me siento parte de su corazón y me emociono hasta las lágrimas con su miedo y dolor. Empatizo con ellas. No importa si vives en una mansión o en un campamento. La pena es la misma; el dolor, también.

El hijo de Cecilia, está bien y de muy buen humor. Quiere recibir a sus amigos.

Las madres somos únicas. Sufrimos y gozamos cada fracaso y éxito de nuestros hijos. Damos la vida por ellos. Como que nuestras almas están revestidas de algo muy especial:

Los corazones se transforman en el mejor lugar para vivir de los hijos... y quizás de ahí el dicho "madre hay una sola".

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