Resulta que la madrugada de ayer Juan Porfirio estaba jugando rayuela corta, y dada la cantidad de vasos que se mandó al pecho quedó más cocido que botón de oro, por eso el hombre de 60 años comenzó una discusión con su pareja que terminó con un escándalo que despertó hasta las pulgas del perro del vecino.
Tan odioso estaba que su mujer le dijo que se mandara a cambiar de la casa ubicada en el pasaje Pompeya, en San Joaquín, pero como Porfirio es Porfirio, no se quiso ir.
El hombre para hacerse respetar se acordó que (por causas que se investigan) tenía unas bolsas llenas de explosivos y le dijo a la mujer que haría volar la casa en mil pedazos.
La amenaza terminó por sacarle los choros del canasto a la señora, quien llamó al 133, y como mencionó que en el atado estaban metidos unos explosivos la central telefónica alertó al GOPE.
Con autorización de la fiscalía los hombres rudos de la policía entraron a la casa, Porfirio no alcanzó a prender ni un petardo y de inmediato fue reducido.
Se determinó que tenía antecedentes y una orden de aprehensión pendiente por receptación. En su poder encontraron nueve recipientes de uso minero y contenedores de pentolita, un explosivo muy potente.