"¡A ver, a ver...! Silencio, por favor. ¡Préstenme atención! Si ustedes se lo proponen, todo se logra con constancia y paciencia".
Parece la charla de un catedrático en una sala atiborrada de universitarios. Pero no es así...
Se trata de Daniel Medina Guajardo, un lolo de 12 años que, con puro talento y vocación, imparte clases de origami a más de una veintena de vecinas, en su mayoría abuelis, en el consultorio Cardenal Silva Henríquez de la Corporación Municipal de Peñalolén.
"El origami es una técnica milenaria china. Se trata de hacer figuritas con papel sin utilizar ningún instrumento extra, como tijeras o pegamento. Se ocupan sólo dobleces en el papel", explicó el peque.
El niño aprendió la técnica hace unos años en un libro que guardaba una de sus tías.
"Esta técnica la trajo a occidente el navegante Marco Polo y a él se la enseñó un emperador chino", precisó.
ÍDOLO
Hace unas semanas el lolito acompañó a su mamita enferma al consultorio Cardenal Silva Henríquez, y mientras esperaba que la atendieran, se puso a hacer figuritas con un pliego de papel.
La doctora a cargo del consultorio, Sonia González (33), observó su talento y lo fichó altirante como profe de un taller de origami al gratín.
"Él es talentoso. Tiene mucha personalidad y es un gran guía. En su taller estimula la agilidad mental de las abuelitas. Es una buena herramienta contra la artrosis y estimula la participación ciudadana en un lugar que es para la salud, no sólo para los enfermos", contó.
Todos los miércoles, a las 15 horas en punto, Daniel toma posición frente a sus alumnas. "Hoy veremos cómo se arma un pajarito, luego seguiremos con la grulla y el tejón", señala.
"Las clases de Daniel son estupendas. Él tiene una gran vocación para enseñar. Todas las abuelitas lo consideran como un nieto más", confidencia la pedagoga jubilada Magdalena Kleincsek (67).
Ronald Henríquez M.