De carabinero a traficante de drogas: la caída de Sebastián González, el proveedor del Tren de Aragua

Incautación, foto referencial. Foto: PDI.

El exuniformado lleva detenido desde el 31 de agosto de 2022, cuando intentaba llevar 56 kilos de cocaína a Santiago. Antes de eso, colaboró estrechamente con al menos tres miembros del Tren de Aragua, distribuidos en Arica. Les abasteció de droga y el papeleo necesario para una camioneta con la que llevaban adelante sus delitos.

Hasta hace poco más de una década, Sebastián González Castillo oficiaba como armero en Carabineros de Chile. Su estancia en la institución sin embargo sería breve: a sus veintitantos, algo hastiado, resolvió pedir su retiro voluntario para dedicarse a otra cosa. El contexto lo hizo un hábil mecánico automotriz. A la larga levantó dos talleres en la ciudad de Arica, y a día de hoy, formalmente sigue siendo su trabajo. Pero eso parece ser lo de menos, apenas una fachada. De un tiempo a esta parte, González es más conocido por otro asunto: forma parte de los 44 imputados ligados al Tren de Aragua, que esperan juicio en las tierras nortinas.

Recién nomás, en 2022, fue que la Unidad de Análisis Criminal y Focos Investigativos de la Fiscalía Regional de Arica y Parinacota lo ubicó como el líder de una agrupación criminal que operaba por la zona. Se le atribuía, entonces, la internación de drogas y armas de fuego a Chile. Pero tal vez lo más relevante para efectos de la investigación, es que con la llegada de otras bandas de delincuentes extranjeros, se decantó por colaborar con ellos. Una planificación con la que, en principio, pretendía evitarse mayores conflictos, algún enfrentamiento innecesario, aunque en la práctica se tradujo en algo mucho peor.

Las diligencias investigativas revelaron que González se relacionaba con al menos tres miembros del Tren: Daniel Garrillo Mendoza (Maracucho, en clave) y Yoneiker Paredes Fagundez (Enano), ambos miembros del clan de Los Gallegos, y Ricardo Martínez Rojas (Gocho), integrante de una célula independiente que actuaba paralelamente.

El caso de este último es importante de mencionar: los líderes de la temida agrupación criminal venezolana le habían puesto como única condición para desempeñarse en el norte no traficar droga, porque ese negocio, en Arica, le correspondía íntegramente a Los Gallegos. Pero, según recoge BioBioChile, Martínez Rojas desobedeció la instrucción y creó su propia subdivisión junto a dos compañeros. Las indagatorias concluyen que, en efecto, con ellos vendía droga y adquiría armas de fuego. Lo que le era suministrado gracias al excarabinero y ahora mecánico Sebastián González.

Los Gallegos, según lo previsto, se enteraron de esta maniobra y comenzaron los problemas.

En la transcripción de una conversación telefónica —publicada por el citado medio—, se puede constatar que tanto González como Gocho estaban preocupados. “Tulio”, uno de los socios del venezolano en su nueva división, le comentó al mecánico que lo habían amenazado:

“Me pusieron la pistola y me quitaron los teléfonos, y los revisaron para ver si yo estaba moviendo con otra gente, contigo o con el Suárez”, fueron sus palabras textuales.

Martínez Rojas le confesó que a él le había pasado algo idéntico: “Nos pegaron a los dos, nos pegaron y nos abordaron y vaina, creyendo que nosotros estábamos trabajando y vaina, con los locos, me entiende, o contigo, que estábamos trabajando con… con material, ¿me entiendes? Con (marihuana) cripy y vaina, ¿me entiendes?”.

Al rato, el excarabinero le dijo que ahora el buscado era él. Incluso, que habían tomado contacto con conocidos en Perú para ubicarlo. Entonces su estrategia, según se desprende de la conversación, fue armarse para estar preparado en caso de algún ataque de Los Gallegos.

“Hermano, mira, yo el domingo voy a llevar cosas, hueón. Me van a llegar tres Glock (...); voy a preparar toda la huea pa’ dejarnos todos armados, van a quedar todos armados”, le prometía González.

Al cierre, podemos imaginar que con miedo, el mecánico chileno le decía a su socio venezolano que, como precaución, se la pasaba encerrado: “Yo ya no salgo ni con minas ni con mujeres, ni con venezolanas, ni con venezolanos, hermano. No, yo no me junto con nadie”.

Imagen del expediente policial de González. Foto: BioBioChile.

Más que sólo droga

El segundo sábado de julio del año pasado, Yoneiker Paredes, el Enano como lo conocen Los Gallegos, llamó al celular de Sebastián González para reclamarle puntualmente por una camioneta Station Wagon, de marca Chevrolet y modelo Captiva, color plateado. La banda había recurrido al excarabinero para hacer el papeleo del vehículo, en habida cuenta que sin identidades reales en el país, no tenían capacidad para adquirir ningún bien.

Pero el trámite había demorado más de la cuenta.

La camioneta era fundamental para el negocio de Los Gallegos. Con ella habían apoyado una serie de hechos delictuales, de modo que ante las pocas certezas que aportaba González, la conversación fue subiendo de tono y se trenzaron en una discusión al punto de llegar hasta las amenazas:

“Mira hermano, a mí no me interesa quién eres tú ni quiénes son, mano. A mí me interesa estar con la camioneta limpio. Nada más que eso”, dijo en algún momento el mecánico.

Grave error.

“Te pusiste malandro”, le contestó el Enano, y desenfundó la artillería: “A ti se te olvida quién es uno, ¿no? Bueno, vamos a ver pe. Vamos a ver. ¿Esa camioneta está a tu nombre, ¿no? La voy a agarrar pa matar gente por ahí, pe. Pa’ ver qué vas a hacer (...); voy a empezar a matar gente en la camioneta, pe. A ver. En lo que llegue por allá, te pico en dos”.

Dos días después, González consiguió el papeleo. La camioneta quedó inscrita a su nombre y se contactó con Paredes para informarle de la situación. Allí, para su suerte, todo estaba más calmo:

“Bello, bello, agradecido pa’”, le dijo el venezolano.

Y él se excusó: “No, ‘mano, si yo me demoré porque estaba de viaje hermano, y me enfermé más que la chucha mano, hueón”.

Incluso, al final de esa conversación, ambos sellaron la paz deseándose suerte.

La ruta de las drogas

Gocho y su subdivisión dejaron en algún momento de trabajar con González, según estableció la investigación policial. El mecánico, a partir de entonces, se asoció con otros dos chilenos: Luis Minder Asenjo, su mano derecha, y con Ulises Sarmiento Astudillo, el encargado de entablar las relaciones para adquirir sustancias ilícitas desde Perú.

Su trabajo era simple: hacer lo necesario para ingresar droga desde Tacna. Así las cosas, mientras Sarmiento coordinaba la entrega, en su taller mecánico González adaptaba un vehículo Nissan Bluebird color blanco para ocultar allí adentro los estupefacientes.

Con el botín a disposición en Arica, se dividían para distribuirlo a receptores de varias regiones. El excarabinero cumplía el rol de alertar a sus compañeros de presuntos controles policiales en las rutas.

Droga vinculada a la banda venezolana.

El expediente policial de Sebastián González luce tres viajes para distribuir droga en la zona central del país. El último fue el pasado 31 de agosto de 2022. A esas alturas, lo que ellos no sabían es que ya la Fiscalía estaba tras sus pasos, de modo que fueron detenidos en el Peaje Panamericana Norte Antofagasta. Llevaban consigo 50 paquetes de clorhidrato de cocaína, unos 56.810 kilogramos de la sustancia. En términos de dinero: más de $1.136 millones de pesos.

El posterior allanamiento al taller del mecánico permitió determinar que allí se elaboraba y abultaba la droga.

Formalizado, González estuvo detenido en el Complejo Penitenciario de Acha. En octubre prestó declaración voluntaria:

“Siempre estuve consciente que el Culito, Maracucho y el Enano (…) formaban parte de un grupo criminal que era el Tren de Aragua o Los Gallegos. Sabía que estaban armados y eran los líderes y peligrosos, desde el momento que les hacía arreglos a sus vehículos”, admitió.

Explicó cómo fue conociendo de a poco a los miembros de la peligrosa banda. Primero a Gocho, esposo de la prima de su cónyuge, y luego al resto, principalmente por trabajos que les había hecho en su taller.

“En relación a los dineros que ellos me entregaron, sabía que venían del tráfico de drogas y de la prostitución. Además de eso me junté con ellos a carretear en la disco Monos y Petacas, una segunda vez en la playa, una tercera vez en el Cerro Chuño”, relató más tarde, aunque negó haberles entregado armamento.

Sobre su participación en el tráfico de drogas, sostuvo haber sido parte de cinco encomiendas del norte hasta Santiago, la primera de ellas en diciembre de 2021. También precisó que su rol era “de mecánico en viaje y de punta de lanza, esto es avisando que no vinieron los policías. Por ello me pagaban tres millones”.

“Ulises Sarmiento era el encargado de la droga además de darnos instrucciones con una señora del Perú de nombre Romané. Luis Minder era quien manejaba los vehículos y le pagaban 7 millones de pesos (...); la droga la entregaban en la ciudad de Santiago, dejamos el auto en un hotel en la comuna de Santiago Centro y luego nos pagaba Ulises al tercer día, siempre en Santiago”, completó.

En definitiva, la Fiscalía acusó a Sebastián González Castillo por los delitos de asociación ilícita y tráfico ilícito de estupefacientes. La misma suerte corrió Luis Minder, mientras que Ulises Sarmiento fue imputado por sólo el segundo delito.

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