De la matanza de pobladores a una crítica contra Víctor Jara: la masacre de Puerto Montt que remeció al país

La "masacre de Puerto Montt" trajo grave consecuencias a inicios de los 70.

En marzo de 1969, decenas de familias decidieron tomarse un terreno baldío en el sur del país. Las consecuencias serían insospechadas.

La madrugada del 9 de marzo de 1969 quedó tristemente marcada en la historia de Puerto Montt.

En aquella jornada, un supuesto enfrentamiento entre funcionarios de Carabineros y pobladores de una toma terminó con una decena de personas fallecidas. Entre las víctimas, Robinson Montiel Santana, un bebé de apenas tres meses de vida.

La denominada “masacre de Puerto Montt” fue, en parte, consecuencia del terremoto de 1960, la cual agudizó el déficit habitacional en esta zona del país.

A raíz de esta preocupante realidad, decenas de familias comenzaron a apropiarse de terrenos eriazos que, si bien pertenecían a particulares, ocasionalmente daban paso a una negociación.

Este no fue el caso.

Toma de Pampa Irigoin

La Pampa Irigoin fue el terreno baldío que cerca de cien familias decidieron ocupar en marzo de 1969. Si bien Carabineros habló con el diputado socialista Luis Espinoza Villalobos, acusado de promover las tomas ilegales, finalmente se decidió intervenir y detener al legislador.

Las versiones sobre lo ocurrido el día de la “matanza” son cruzadas. Mientras que los pobladores y testigos apuntan a un ataque premeditado, las fuerzas policiales y autoridades de gobierno dejaron entrever que se trató de una reacción.

Luis Barrientos, carabinero en retiro que participó del operativo, contó que “el primer desalojo fue como 20 días antes, pero fue poco personal y ellos nos echaron. No los pudimos desalojar”.

(Justo antes de la tragedia) Estuvimos una semana acuartelados, preparándonos para el desalojo. Salimos a las 5 de la mañana, pero vino personal de Temuco, Osorno y Valdivia. Había unos mil policías”, agregó el ex uniformado en Ni Toda la Lluvia del Sur, largometraje documental estrenado en 2010.

Sumándose a la versión oficial, sostuvo que “dispararon ellos primero, y ahí se armó el tiroteo”.

Foto: Documental "Ni Toda la Lluvia del Sur".

Pese a lo expuesto por Barrientos, sobrevivientes de la masacre precisan que los pobladores no tenían más que palos y fierros. Las víctimas fueron Luis Alderete Oyarce (19 años), José Aros Vera (27 años), Federico Cabrera Reyes (24 años), Jovino Cárdenas Gómez (29 años), José Flores Silva (19 años), Arnoldo González Flores (34 años), Robinson Montiel Santana (3 meses), David Montiel Valderas (34 años), José Santana Chacón (64 años) y Wilibaldo Vargas Vargas (31 años).

Togo Blaise, fotógrafo que trabajó esa jornada marcada por la tristeza, relató en el mismo documental que “estaban los cadáveres tendidos en el pasillo del hospital, en el suelo. Fotografié eso, el doctor estaba muy conmovido y me autorizó para que hiciera todas las fotos que quisiera”.

Por su parte, Olga Santana, madre del bebé fallecido, explicó que “el papá de mi hijo me construyó una mediagua, ahí tenía yo mi casita. Ahí estaba con mi bebé. Nosotros estábamos durmiendo cuando, prácticamente de amanecida, llegó carabineros y comenzaron a disparar. Nosotros no teníamos idea qué cosa era”.

“Arranqué a la casa de mi mamá. Ella me dijo ‘hija, qué le pasa al bebé, que tenía morados los labios’. Después vinieron para llevarlo al hospital, pero no tenía nada que hacer. Con las bombas lacrimógenas se les hicieron pedazo los intestinos”, lamentó.

Crimen de Pérez Zujovic

“Las autoridades de gobierno lamentan las trágicas consecuencias producidas para estas familiar modestas, pero ello es el resultado de la agitación y de la incitación irresponsable para subvertir el orden público”.

Con esta declaración pública, la Intendencia de Llanquihue reaccionó a pocas horas de la matanza, marcando el inicio de un conflicto mediático que terminaría en un asesinato.

En julio de 1969, a poco más de un año de jurar como ministro del Interior, Edmundo Pérez Zujovic asumió la responsabilidad política de la “masacre de Puerto Montt” y renunció a su cargo. Sin embargo, pese a su decisión, se dio a inicio a una campaña en su contra. A juicio de sus cercanos, cargada de “odio y difamaciones”.

La mañana del 8 de junio de 1971, durante los primeros meses del gobierno de la Unidad Popular, el exministro fue interceptado por dos sujetos en la comuna de Providencia. Cuando se trasladaba en su auto junto a su hija, Pérez Zujovic fue acribillado a plena luz del día.

Marisi Pérez Zujovic Yoma, hija de la otrora autoridad de gobierno, compartió un testimonio clave para dar rápidamente con los responsables, quienes resultaron ser miembros del grupo armado de ultra izquierda Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP).

“No sé por qué miré hacia atrás y le dije al papá ‘nos vienen siguiendo parece’. Acto seguido le pregunté ‘¿tiene el revólver?’. Tratamos de mirar en la caja de guantes, pero no había nada. Ya en ese momento, el auto que nos venía siguiendo se adelantó, se puso al lado de nosotros, y uno de los tipos se echó hacia adelante como para reconocerlo”, relató Marisi.

“Ya no tuvimos nada más que hacer, porque el auto después de eso se cruzó. Nosotros frenamos y el tipo se bajó con una metralleta a punto de disparar (...) Se puso al lado del papá y le disparó a escasos centímetros varias ráfagas de ametralladora”, agregó.

En diálogo con 24 Horas, a 50 años del asesinato de su abuelo, Francisca Pérez Zujovic apuntó a la canción en la que Víctor Jara cuestionaba a su abuelo: Preguntas por Puerto Montt (1969).

“Usted debe responder, Señor Pérez Zujovic: ¿Por qué al pueblo indefenso contestaron con fusil?” y “Señor Pérez su conciencia. La enterró en un ataúd. Y no limpiarán sus manos. Ni toda la lluvia del sur”, fueron las frases dedicadas por el cantautor al entonces político.

“Fue una canción muy injusta de su parte, y creo que todas las personas podemos caer en la injusticia. A veces se necesita encarnar en alguien el odio. Yo creo que esa canción de Víctor Jara refleja cómo se quiso enquistar en mi abuelo el odio que vivía Chile”, lamentó Francisca.

Leer más:

- Palos con sangre y piscolas: el pacto de silencio que escondía los crudos secretos de la “masacre en Laja”

- Ese otro Víctor Jara

COMPARTIR NOTA