Desde que el entonces director de la Policía de Investigaciones, Jorge Garretón, le encomendara la tarea, en 1941, al comisario Hernán Barros Bianchi, de vigilar y anular la red de espionaje nazi en Chile, nuestro país dejó de ser pasivo en uno de los conflictos del siglo XX: la Segunda Guerra Mundial.
Los recursos asignados eran pocos, el cuerpo policial era joven y de golpe se vieron jugando en las ligas mayores de la historia.
Con apenas "ocho a nueve efectivos, incluyendo a un oficial que era germano parlante (Carlos Wenzel), a una mujer detective (Marta Azócar) y a un especialista en interceptaciones de ondas de radio", según explica el subprefecto Paulo Contreras, jefe nacional de Gestión Estratégica de la Dirección General de la PDI, Barros Bianchi conformó una oficina que debía seguir la pista y detener a ciudadanos alemanes de una gran red de recolección, análisis y transmisión de informaciones hacia sus altos mandos en Europa.
Barros y su grupo fueron conocidos como el Departamento 50, en alusión al número del único anexo telefónico que en un principio tuvieron en la pequeña oficina del primer piso del edificio de calle General Mackenna.
Pero así y todo, se dieron maña para desbaratar la red nazi de espías, hecho consignado en 22 tomos con informes, resoluciones judiciales y fotografías, que estuvieron 70 años en su centro de documentación y que entre junio y julio de 2017 la PDI entregó al Archivo Nacional para su restauración, conservación, digitalización y puesta a disposición pública.
Japón e Italia en la mira
Pero no sólo fue una acción contra nazis, sino que contra los otros dos países del llamado Eje Roma-Berlín-Tokio: Italia y Japón, según consignan los últimos 67 tomos que la PDI entregó al Archivo Nacional para ser procesados y puestos en la web, hecho que se espera sea oficializado el lunes 25 de junio.
En estos tomos se entregan detalles de cómo el Departamento 50 no sólo pudo desbaratar las actividades de nazis y sus cómplices, sino que luchó contra agentes de Italia y Japón, que actuaban en conjunto apoyando las acciones alemanas.
En los documentos se aprecian numerosas fotos y documentos de filiación de extranjeros que actuaban para el Eje, además de informes al director de Investigaciones, Jorge Garretón; al magistrado Luis Baquedano, ministro sumariante del caso contra los espías, y al Ministerio del Interior.
Además, se cuentan registros de expulsión de los espías, que correspondían a alemanes, italianos y japoneses, que tuvieron como destino obligado Buenos Aires, Montevideo y Lisboa.
Fueron 190 los germanos despachados a Argentina y Portugal, 68 los itálicos que también fueron evacuados a este último país europeo y 78 los nipones que se enviaron a Uruguay. Las expulsiones, decretadas entre 1943 y 1944, no sólo fueron para los directamente involucrados, sino que también para sus familias, incluyendo mujeres, adolescentes y niños.
Las medidas dispuestas por las autoridades chilenas, de acuerdo a lo que muestra esta nueva remesa de documentos del Departamento 50, también contemplaron la permanencia forzosa de 66 alemanes, italianos y japoneses en determinadas ciudades chilenas, medida que se cumplió entre julio y noviembre de 1944.
Estas relegaciones fueron en Pica, Limache, La Cruz, Melipilla, San Bernardo, Nos, Buin, Peumo y Talca, todas ciudades sin mar, para evitar tentaciones de vigilar el movimiento de buques de guerra de Estados Unidos y Chile, así como barcos mercantes que recalarían en puertos de los aliados.
En los archivos de últimos también se encuentran datos sobre el personal japonés expulsado, que estaba constituido por diplomáticos y empleados de las firmas Casa Mitsubishi, Casa Taibo, Hatori y la Sociedad Comercial Chileno-Oriental.
Hernán Barros, el cerebro del D-50
A la edad de 33 años Hernán Barros Bianchi se hizo cargo del Departamento 50, designado por el director nacional de Investigaciones, Jorge Garretón Garretón, con quien los unió el haber estado en el campo de batalla en la Guerra del Chaco (1932-1935), como ex oficiales del Ejército chileno en defensa de Bolivia frente a Paraguay.
Tras ese conflicto, el teniente Barros integró las Brigadas Internacionalistas en defensa de la República durante la Guerra Civil Española (1936-1939), donde enfrentó a las fuerza franquistas apoyadas por el Tercer Reich.
Padres de la red: Canaris, Von Appel y Von Bohlen
El espionaje nazi en Chile tiene sus orígenes en la I Guerra Mundial, cuando el acorazado alemán "Dresden" fue hundido por la flota británica en el archipiélago Juan Fernández, el 14 de marzo de 1915.
Entre los náufragos capturados estaba el teniente de navío Wilhelm Canaris (en la foto), quien "era un hombre muy culto, que en 1908 había estado en Valparaíso, y sabía hablar español perfecto y sin acento", explica Jorge Basso, académico de la Universidad de Concepción y experto en el nazismo.
Canaris ya tenía muy buenas conexiones en Chile y al ser capturado fue internado en la isla Quiriquina, "de la cual escapó ayudado por colonos alemanes del sur", cuenta Basso, quien agrega que al subir Adolf Hitler al poder, nombró a este oficial como jefe de la inteligencia militar o Abwehr.
Canaris estableció una red de espionaje en todo el mundo y tuvo especial atención con Chile, dado que era un país de importancia estratégica al poseer uno de los puertos más importantes del océano Pacífico, como Valparaíso, y tener acceso al Atlántico por el estrecho de Magallanes.
En 1937, ordenó a los espías nazis Albert von Appen y Ludwig von Bohlen, agregado aéreo de su embajada, crear redes de espionaje con alemanes residentes; después captaron a descendientes germanos y los llevaron a cursos de inteligencia en su país para insertarlos aquí.
Crearon redes de transmisores de radio a Hamburgo, con datos estratégicos de buques de EE.UU. en el Pacífico, movimientos militares chilenos e informes políticos, entre otros. Los mensajes eran entregados, primero por la red PYL y, después, por PQZ, letras que abrían el contacto radial en Alemania.
Persecución a tiros con nazi en Pío Nono
bbb Si bien no hay registros de enfrentamientos entre agentes del D-50 y espías nazis, el subprefecto de la PDI, Paulo Contreras, recuerda un incidente en 1944.
"Probablemente el más complejo de todos fue una persecución en contra de un importante agente de la Gestapo, que escapaba en moto, lo que significó una serie de arriesgadas maniobras por el centro de Santiago, que culminaron en el puente Pío Nono con una serie de disparos y la detención de Eugenio Ellinger", sostiene Contreras.
Ellinger -quien usaba las chapas de Juan Valdés o Carlos Flores- logró sacar de Argentina y reembarcar desde Chile a Alemania a oficiales y técnicos del buque "Graff von Spee", hundido en Uruguay por los Aliados.