No sólo es Quintero y Puchuncaví… Es la convivencia entre personas e industrias. Un gravísimo problema no resuelto porque -hasta ahora- la balanza siempre se ha desequilibrado a favor del desarrollo económico. ¿Necesitamos ejemplos? Antofagasta, la región con los más altos índices de cáncer en Chile. ¿Por qué? Coronel, la zona donde nadie aclara el porqué de la presencia de metales pesados en el cuerpo de sus habitantes. Y casi de manera indolente, las llamamos "Zonas de sacrificio".
La gente tiene derecho a saber qué está respirando. Ha sido un drama "invisible", hasta que más de 800 personas -niños, estudiantes, adultos mayores- se han agolpado en los centros de salud de Quintero y Puchuncaví. La pregunta es ¿Puede el Estado seguir mirando hacia el lado? No. Porque también es responsable. En esta zona no sólo hay empresas privadas: Copec, Gasmar, Enex, Oxyquim y GNL. Allí están también Codelco y ENAP, cuyo dueño es el Estado de Chile, obligado por la Constitución a garantizar un medioambiente limpio para sus habitantes.
Entonces -como advierten los entendidos- no estamos hablando sólo de vómitos o mareos. Luis Díaz, doctor en Ingeniería Ambiental advierte que el dióxido de azufre también puede provocar la muerte. No basta la paralización parcial de faenas por 48 horas, porque la gente sigue colapsando los centros de salud con síntomas de intoxicación.
Los expertos sugieren plantar -al menos- 6 millones de árboles en la zona, mejorar la tecnología en las industrias e incorporar filtros, y pensar también ¿Por qué no? En reubicar a los habitantes de la zona. Un proceso que podría tardar años, pero que ayudaría a proteger su salud. Aquí el Estado tiene que hacer su mea culpa y asumir los costos del abandono al que somete a ciertas comunidades, de manera indolente e irresponsable.
¿En qué estará pensando este Gobierno? Habrá que esperar que el Presidente Sebastián Piñera cumpla su compromiso de resolver este problema de décadas. Tan grave y urgente es, que lo reconoció ante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York. Ahora, a cobrarle la palabra. El mundo es testigo. No basta tampoco con prohibir las bolsas plásticas ni proteger nuestros mares… Le pregunto ¿Y las tronaduras y el uso de explosivos en la Isla Riesco, por ejemplo?. Una política medioambiental responsable necesita consecuencia. Una línea, clara y consistente. Eso esperamos todos los chilenos.