La sopaipilla es el alimento favorito de los chilenos en los fríos días de invierno. Incluso dicen que al comerlas, solas, pasadas o con un chorro de mostaza, uno automáticamente ya entra en calor.
La académica de la carrera de Nutrición y Dietética de la U. San Sebastián, Daniela Marabolí, descartó de plano esta invención y afirmó que "si bien la grasa corporal puede ayudar a controlar la temperatura, al consumir alimentos calóricos no se genera una respuesta inmediata para controlar el frío".
Agregó que "aun cuando existe la termogénesis de los alimentos, ésta no es suficiente para ayudarnos con las bajas temperaturas que sentimos en invierno".
La nutricionista de la Clínica Las Condes, Daniela Ghiardo, tiene la misma postura y explicó que las queridas sopaipillas "son un mal negocio, porque son hartas calorías, pero no producen mucho calor. Además, no es el que produce mayor efecto térmico. Lo que sí es recomendable son las proteínas, como leche o huevo".
Gonzalo Rozas, nutricionista de la Clínica Alemana, indicó otras de las razones de por qué no es tan sano comer tantas sopaipillas para supuestamente terminar con el frío.
"Cinco son aproximadamente 1.000 kcal (kilocaloría), cerca de la mitad de lo que un hombre adulto (sano) debiera consumir durante el día", detalló el experto.
El trago
Asimismo, la creencia de que tomar alcohol ayuda a "pasar el frío" es absolutamente falso. Según contó el médico fisiólogo y fisiopatólogo de la carrera de Medicina de USS, Claus Behn, "pasa todo lo contrario porque el alcohol produce vasodilatación y con eso se pierde el calor a través de la piel".
Entonces, para mantener el equilibrio entre la producción de calor y pérdida de éste, lo que se debe hacer es simple "arroparse bien y aumentar la producción de calor haciendo ejercicios, tomando bebidas calientes y achoclonarse como los pingüinos", aconsejó el académico de la carrera de Medicina de USS.