Un día por las calles de Lima

La mañana limeña se inicia con un incesante tráfico, acompañado de bocinazos, frenazos de vehículos y las noticias sobre los casos de corrupción que afectan a la "justicia", tras revelarse una serie de escuchas telefónicas que involucran a algunos magistrados.

Entre el bullicio de la ciudad, la jornada se inicia con un sándwich de chicharrón. Un imperdible de la capital peruana. ¿La gracia? En un crujiente pan, descansa una lámina de camote, con majestuosos trocitos de cerdo y una "sarsa criolla" compuesta por cebolla, con limón, ají, sal y pimienta, que el paladar agradece.

Para empaparse de la historia limeña, el primer paso se orienta a la Huaca Pucllana de Miraflores donde se levanta una gran pirámide ceremonial que data del primer milenio después de Cristo. Por 12 soles ($2.400), realizan un circuito por el sitio arqueológico que hace viajar al pasado prehispánico de Lima.

Luego sigue el centro. Para ello, lo ideal es un taxi. Estos no cuentan con taxímetro, por lo que cada "carrera" se fija en acuerdo con el chofer. Uno dice el destino, él la cifra y ahí se evalúa si conviene el precio.

La "Ciudad de los Reyes" revela su pasado como virreinato. Se trató de la urbe más importante del dominio español en América del Sur, hasta mediados del siglo XVIII. Al igual que en muchos países latinoamericanos, las iglesias levantadas por diversas órdenes religiosas asoman en varias esquinas del casco histórico, que se suman a los museos que resguardan el patrimonio local. Así llegamos a la Plaza Mayor de Lima, que luce orgullosa el reconocimiento que otorgó la Unesco al centro histórico de la capital peruana como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La plaza es resguardada por el Palacio de Gobierno, Palacio Municipal de Lima, la Basílica Catedral, el Palacio Arzobispal y el Club La Unión. Los turistas de todo el mundo se encantan con las postales que entrega la ciudad y registran cada edificio y personaje que transita por el sector. Las callejuelas, bajo la banda sonora de los bocinazos, son interrumpidas por el control policial que busca evitar aglomeraciones y protestas de una ciudadanía irritada por los casos de corrupción.

Almuerzo y atardecer

A pasos de la plaza se aloja el lugar que sirve como intermediario entre la materia prima, que brinda la tierra y el mar, con la gastronomía peruana: el Mercado Central. Carne de vacuno, pollos, cerdo, interiores de animales, corderos y productos del mar cuentan con su puesto exclusivo. Luego aparecen las frutas y verduras, condimentos, frutos secos y más, hasta llegar a las cocinerías que presentan sus platos típicos con ceviches, ají de gallina, seco de cordero y una variedad de menú que incluyen entrada y plato de fondo, que van desde los siete soles ($1.400).

La salida te encamina al Barrio Chino, donde se devela la inmigración que nace por 1850, cuando ciudadanos orientales llegaban para realizar labores agrícolas. La zona invita a viajar al gigante asiático. Entre pasadizos y rincones se encuentran desde elementos esotéricos a artículos decorativos. Y la comida no puede faltar, con esa fusión conocida como chifa. Aunque hay muchas alternativas, el "pato pekín" invita a saborearlo, ya que lo lucen con un horneado brillante en las vitrinas de diversos puestos de comida.

Tras el almuerzo, apuntamos a Gamarra. Un gran centro comercial callejero donde, por precios bajísimos, se puede encontrar ropa interior, poleras, chaquetas o camisetas deportivas que se venden al detalle o al por mayor. Una especie de Patronato multiplicado por cien o más, donde pueden pasar varias horas.

Al atardecer, la invitación es contemplar el Circuito Mágico del Agua, ubicado en el Parque Reserva que está al frente del Estadio Nacional. Aquí hay más de una decena de fuentes de agua, con lúdicos diseños como un túnel o un laberinto. A las 19.15 parte un show donde se mezclan música, luces y proyecciones en el agua. Por 4 soles por persona ($800) es una visita imperdible para parejas y familia, ya que también cuenta con juegos infantiles y puestos de comida.

La noche puede cerrarse en algún turístico boliche de Miraflores o en un paseo por la zona de Barranco donde la plaza, el boulevard, el Puente de Los Suspiros o la Bajada de Baños, aparecen como alternativas en la ruta. Y si le gusta lo tradicional, la Antigua Taberna Queirolo de Pueblo Libre es una excelente opción para un picoteo típico de sabores peruanos acompañado de un chilcano (pisco, jugo de limón, hielo y ginger ale) a la espera de lo que depare la noche. Y ya pensando en el día siguiente, que puede comenzar con una caminata matutina por la Costa Verde.

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