Dichato era hasta el 27 de febrero el balneario top de la Región de Biobío. Cabañas, bohemia, excelente cocina, playa y buen filete para distraer la vista eran el gancho obligado para los veraneantes de la zona y afuerinos cada año, hasta que quedó la escoba.
Pero 10 meses después del cataclismo, con puro ñeque se han puesto de pie. De a poco se han recuperado los comerciantes, como Isabel Riquelme Burgos, que lleva 15 años llenando el buche de los veraneantes que llegan con el manso diente y ganas de pasarlo a todo ritmo.
Cuenta que se ha dado un fenómeno que les ha ayudado a levantar los negocios: El "turista morbo".
"Es aquel que viene a puro curiosear, pero igual con la intención de ayudar. Más que nada ellos vienen a cooperar. Ellos vienen a consumir con la idea de levantar el comercio", revela la Isa.
Y las diferencias son macanudas. Hace un mes que reabrió su cocinería de ricos mariscos y "ya tenemos más gente que en esta misma fecha del año pasado. Ha venido más gente y consume más, igual puede ser porque quedaron pocos locales en pie".
POR EL DÍA
José Urra aparece cada año en Dichato para echarse de guatita al sol con su familia. El jefazo de familia lleva desde la comuna de Chiguayante a su tribu a pasar el día en la playa.
"Una forma de apoyar es consumiendo, para que esto se levante. Además uno también quiere ver cómo está la cosa. Por televisión uno no puede palpar la destrucción", contó don Pepe mientras encremaba para que el caregallo no lo dejara como pollo jaibón.
A pesar de las buenas intenciones, la gente aún no logra sacarse el miedo de encima. Lalo Aravena administra uno de los pocos hoteles que quedaron en pie.
"La gente viene a la playa, come y se va", comenta con la esperanza aún en pie.