Uno de los momentos más importantes en todo niño es la aparición de los primeros dientes de leche, los cuales se empiezan a perder a los 6 años de vida. Y muchos creen -más por ignorancia que por falta de cariño- que estos dientecitos de leche no merecen ser cuidados como corresponde. Total, ¿para qué? Si pronto serán reemplazados.
Un tremendo y masivo error, el cual yo también viví con mi hija mayor. La llevé al dentista por primera vez a las 4 años y ya tenía 6 caries. Justamente, por eso es que esta columna la escribí pensando en todas nosotras, las que somos mamás. Hablando con profesionales en la materia decidí compartir estos superficiales, pero importantes conocimientos.
La pérdida temprana de los dientes de leche puede ocasionar que luego las piezas permanentes crezcan inclinadas y en mala posición. Además, ojo con las caries, son muy peligrosas; sobretodo para los más pequeños. Causan infecciones y definitivamente dañan a los dientes que, en teoría, debieran ser para siempre. Esto es bien importante porque muchos creen, al igual que yo antes, que los dientes nuevos nacen sanos y si hay caries en los de leche, se pueden traspasar a los definitivos. Si su niño siente molestias, no pierda tiempo y vaya a su dentista cuanto antes.
Cada vez que lo hago, por mis tres hijas, el profesional se encarga de recordarme la importancia de una buena higiene bucal. Y el cuidado empieza cuando nacen, y no con la aparición del primer diente. Después de cada lactancia, se debe usar una gasa humedecida con agua oxigenada para limpiar las encías. Esto evita que los residuos produzcan bacterias, que pueden convertirse en caries. También hay que tener cuidado con las papas antes que los niños se duerman, porque si no se lavan los dientes después de tomarla es carie segura. Ya con la aparición de los dientes hay que cepillarlos tres veces al día o tras cada comida, en especial si comieron dulces.
Preferí hablar de este tema, porque siempre hablamos de enfermedades, llamadas pandemias, que cruzan fronteras y países; como la diabetes, cardiovasculares, las mentales, etcétera; y muy pocas veces, nos referimos a esta pulpa dentaria, que tiene venas, arterias y nervios; los conocidos obreros de la infancia, los inolvidables dientes de leche.