Seis voces explican por qué el 44,5 por ciento de los chilenos subió de peso, según "Encuesta de consumo de alimentos y ansiedad durante la cuarentena en Iberoamérica".
"Nos juntamos a las 22.00 a conversar por Zoom y tomarnos una cosita", "Estoy deprimida, ¿me compras una barra grande de chocolate?", "¿Hay papitas fritas para picotear?", "¡Pucha, cómo extraño el gimnasio!", "¡Hasta el perro está gordolfo porque apenas salimos una vez a la semana!". Todas son frases que inciden en los kilos extras que han tenido los chilenos en medio de la cuarentena.
Es que la "dieta Covid-19" tiene gorditos a un montón de compatriotas, hecho que quedó demostrado en la "Encuesta de consumo de alimentos y ansiedad durante la cuarentena por Covid-19 en Iberoamérica". Ahí el 44,5% de los connacionales reconocieron haber aumentado su masa, al revés del 38,5% que promediaron Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay, Paraguay, Argentina, Panamá, Costa Rica, Guatemala, México y España.
Veamos el tema desde la perspectiva de Leslie Landaeta, académica investigadora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de las Américas (UDLA), quien junto a un equipo de esas casa de estudios contribuyó a dicho sondeo.
"Esto reveló una creciente ansiedad y anedonia o falta de placer, que se mitiga a través de una mayor ingesta de comida y alimentos altos en calorías para buscar gratificación", sostuvo la experta acerca de la encuesta realizada entre abril y la primera semana de mayo pasados, y que recogió la opinión de 1.722 personas.
El ranking de los kilos
Leslie Landaeta entregó a La Cuarta un ranking de alimentos que estarían contribuyendo a esta escalada en el peso de los chilenos.
"El primer lugar lo ocupa el alto consumo de chocolates; segundo, la pastelería y bollería; tercero, frituras; cuarto, el pan; quinto, el yogur; sexto, las frutas, y séptimo, el alcohol", sentenció la investigadora.
A su juicio, no todo es culpa del confinamiento por cuarentena, sino que hay factores históricos en juego y que se agudizaron con la pandemia.
"Históricamente lideramos las cifras de sobrepeso y obesidad en la región, por nuestra dieta basada en carbohidratos y frituras -señaló Leslie Landaeta-, a lo que se agrega lo ocurrido después de octubre de 2019, cuando muchas familias de clase media, media baja y derechamente en riesgo social perdieron la poca capacidad económica por pérdidas de empleo y debieron bajar el nivel de calidad en su alimentación".
Futuro sin esplendor
Otras consideraciones acerca de la situación es que "las personas que se reconocen de clase dicen no tener problemas con el confinamiento versus las de sectores más vulnerables que admiten problemas económicos, falta de espacio, casas pequeñas que poco ayudan a la movilidad, cero ayuda, pocas oportunidades, mala alimentación", afirmó Landaeta.
El futuro de las personas que en ese 44% subieron de peso no es prometedor, sostuvo la académica e investigadora de la UDLA. "Probablemente a quienes pilló sanos la pandemia y el confinamiento podrían tener problemas asociados a diabetes y presión sanguínea, mientras que los que ya tienen estos problemas crónicos están sin poder asistir a sus controles, lo que traería aparejado a futuro una sobrecarga en el sistema de salud por eventuales crisis", dijo Leslie Landaeta.
Vitaminas
Pero hay formas de paliar los males asociados el aumento de peso, según Daniela Vivanco, nutricionista de All Nutrition, expertos en suplementos alimenticios y multivitamínicos.
"Es fundamental aumentar la ingesta de alimentos ricos en vitamina D como pescado, huevo, leche o consumir un suplemento de vitamina D", afirmó Vivanco.
"También -agregó- es importante incorporar la vitamina C, vitamina A, antioxidantes y ácidos grasos polinsaturados como el omega 3, que se han asociado de forma clásica con un correcto funcionamiento del sistema inmune".
"Hago cosas ricas para la familia"
La encuesta iberoamericana exige que rescatemos la voz de algunos implicados, pero no desde el punto de vista de los placeres culpables, sino de los que ven puro amor en hacer algo rico.
"Me doy el trabajo de darles un poco de felicidad a mis familiares, de darles un momento de cariño, porque los fines de semana les envío ricas dobladitas hechas en mi horno semi-industrial", confiesa Pedro López, ingeniero y panadero con más cara de profesional que aficionado. "Pero no sólo pancito, sino que el amor va acompañado de empanadas de pino o de mariscos", contó a La Cuarta.
"Es para que pasen la pena del encierro", se explica el generoso que incluso paga un delivery para que su parentela sea feliz con sus manjares.
Y la familia no se queja, aunque reconocen una subida de kilos.
"Sí, hemos subido unos kilos, pero no son atribuibles al tío, sino a que aparte de las empanadas y dobladitas uno les agrega bebidas y después uno busca chocolates", cuenta Adriana, una sobrina de Pedro.
"Mira, aquí viene un caballero medio pelado a comprar día por medio una tremenda barra de chocolate, llega por el pan y mira la vitrina. Yo no le digo nada, pero sé que pedirá su embeleco. Dice que es para hacer feliz a su mujer, que no sale", cuenta Antonio, dueño de un almacén de barrio en Puente Alto.
Falta de gym y juntas por chat
Loreto F., de la Región de Valparaíso, dijo que "estaba acostumbrada a una rutina de cardio, a salir a caminar, a pasear a mi perrito, visitar amistades y sentirme libre. Ahora me ha bajado el ánimo y me dediqué a la repostería para enfrentar la pena y la poca luz del invierno, aferrada a mis pasteles y al chocolate".
Reconoce que ha subido de peso, "pero es más culpa de la inactividad, a la pérdida de las rutinas de gimnasio, de moverme y al ambiente en general, todo mal y ahí están el dulce y la masa". Carlos M, alias "El Marqués de Carabás", reconoce que pese a ser de contextura delgada su dieta hizo que subiera dos kilos: "Se debe a la soledad y a que día por medio me voy al chat de los compañeros de curso y nos ponemos a hablar cabezas de pescado y todos levantamos copas. Cerveza, tinto y destilados corren harto en las tres horas de conversa, como en el bar".