Unos pericos que no tenían dónde armar un carrete de fin de semana, no encontraron nada mejor que meterse a una parroquia a pasarlo bomba. Los herejes, que no respetan ni al Santísimo, se metieron carepalta al altar de la iglesia Asunción de El Tabo y sobre el altar se tomaron el vino santificado.
Rompieron la cúpula donde se guarda la "sangre de Cristo", sacaron el cáliz de la iglesia y se pusieron a chupar como en la mejor cantina.
Para colmo, los irrespetuosos del Divino no tenían cenicero y ocuparon la patena, donde se colocan las ostias en la misa, es decir, apagaron sus puchos donde los fieles ponen el "Cuerpo de Dios".
Como se tomaron tremendo botellón de vino dulce, rápido les entró agua al bote y se encaramaron sobre el altar a hacer quizás qué maldad y, como payasada, se pusieron la sotana del curita. Ahí les entró el diablo al cuerpo y empezaron con el vandalismo.
Tomaron imágenes del difunto Papa Juan Pablo II y en dos tiempos lo lanzaron al suelo para destrozarlo. Después agarraron íconos del santo de los sin hogar, el Padre Alberto Hurtado, el que también terminó hecho polvo.
Satán encarnado siguió con el sacrilegio. Esta vez los borrachos sacaron la imagen del mismo Jesús crucificado y lo pusieron sobre el altar de cabeza, lo mismo hicieron con pequeñas cruces que había en la parroquia Asunción. ¡Un exorcismo sería poco para los vándalos!
"Fue mucha la maldad, no entiendo por qué actuaron así, nunca me había tocado ver algo como esto", dijo el cura párroco, Manuel Troncoso, quien miraba al cielo como buscando una respuesta.
La PDI ahora se encarga de encontrar a los desalmados que armaron tremendo mambo.
El alcalde de El Tabo, Emilio Jorquera, lamentó el hecho y dijo que hará esfuerzos por reponer lo que rompieron los diablos.