Don Fermín celebra retorno del cañonazo

El 26 de febrero de 2010 empezó el silencio más largo del cañón del Santa Lucía, en Santiago. Tras el terremoto, el ensordecedor estallido podía causar derrumbes en el Cerro, por lo que su uso fue suspendido.

Uno de los que más extrañó esta tradición fue el ex artillero Fermín Muñoz Arriaza (75), quien durante 20 calendarios estuvo a cargo de preparar la pólvora y detonar las salvas que a más de algún santiaguino dejó con la pálida y medio sordo.

Don Fermín jubiló en diciembre del 2007, y a pesar de que ahora se entretiene arreglando cositas en su casa de El Bosque, en cháchara con La Cuarta reveló que igual le afectó el silencio del cañón.

Por eso, cuando el alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, anunció que hoy al mediodía volvería a funcionar, el teclo casi saltó en una pata de la alegría, y de hecho, tiene asiento reservado para la ceremonia.

"Me parece súper bien, porque el cañonazo de las 12 es parte del folclor nacional. El cerro sin cañón no es nada", dijo el tatita tronador.

El ex artillero contó que este enmudecimiento tan prolongado le recordó lo sucedido en 1996, cuando por quejas de algunos vecinos, el entonces alcalde Jaime Ravinet suspendió los cuetazos.

"Fueron como cuatro meses en los cuales no hubo cañonazo y mucha gente que iba al cerro me contaba que los echaba de menos, que deberían volver... A mí se me hizo eterno", rememoró.

En esa ocasión se escuchó la voz de la barra y los cañonazos volvieron en gloria y majestad, pero de lunes a viernes nomás, para no espantarle el reparador descanso del finde a los vecinos.

EN LA VOLÁ

El día de su retiro, don Fermín le hizo un lote de recomendaciones a su sucesor, Miguel Flores, además de dejarle los archivos que cuentan al callo la historia del cerro, la que empieza en 1824.

"Sé que es una persona muy responsable, porque para ese cargo hay que serlo, además de ser cauteloso con lo que uno le dice a los periodistas", lanzó chacotero.

Entre las historias que le legó don Fermín a don Miguel, está la del desafortunado Juan Bautista Larenas, quien era el encargado del cañón en 1916.

En esos años, además de hacer temblar el suelo de Chago City a mediodía, también existía la costumbre de lanzar una salva a la medianoche del 31 de diciembre, para saludar al Año Nuevo.

Pero Larenas se fue en la volá y en vez de la carga habitual de explosivos, le echó el doble. La detonación fue tan potente, que destruyó el cañón y le quitó la vida al artillero.

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