El 13 de junio del año 2014 era un día especial. Esa tarde, la ''Roja'' de todos jugaba con su par de Australia en el mundial de Brasil. Esa mañana amaneció con tanto frío que hasta nevó en Santiago. Y ese día, sería el que cambiaría para siempre la vida de Pedro Molina.
El hombrón, hoy de 49 años, es de aquellas pocas personas que se puede dar el lujo de decir que ''vivió para contarla'' y por lo mismo es uno de los trabajadores destacados por la Mutual de Seguridad CChC en su campaña ''Gracias por Estar'' con la que quiere festejar a los titanes en sus 50 años de existencia.
Don Pedro es técnico en construcción de interiores, pero en 1993 le remodeló un castillo a una persona que lo contrató y que al poquito rato se transformó en su jefe directo. De un día pa’ otro estaba instalando postes y redes eléctricas aéreas y subterráneas en un camión grúa que él operaba con harta dedicación.
Hasta la mañana de ese 13 de junio en que todo cambió. Eran cerca de las 10 de la mañana, recuerda Pedro. ''Esa mañana los trabajadores, unos chiquillos con los que yo estaba trajando estaban apurados, querían que hiciéramos la pega luego porque querían ir a ver el partido de Chile''. Claro, era viernes, nada mejor que hacer una previa antes del partido.
Pero en el apuro está el riesgo. ''Estábamos trasladando una bomba minera, tenía que pasar sobre unos 8 metros de altura y se desprendió una rondana que quedó mal enganchada. Los cabros por el apuro la dejaron mal enganchada. La rondana cayó y me golpeó la espalda con fuerza. Ese apuro casi me costó la vida'', la revive a colores Don Piter.
El resultado: ocho costillas fracturadas, perforación en los pulmones, daño en la columna. Hasta el bazo hubo que extirparlo debido al daño. ''Estuve en riesgo vital, pensé que me iba a morir. Estuve ocho meses fuera'', cuenta el titán.
Pero logró zafar, renunció a la pega, pero al ratito lo estaban llamando de nuevo. Porfiado el hombre, volvió a la empresa. Y no solo eso, se montó en el mismo camión grúa donde casi dejó la vida. ''Los médicos me decían que hiciera otra cosa, pero volví. Ya logré superar el miedo a hacer lo mismo'', cuenta en Quintero, donde está supervisando unos proyectos. Actualmente Don Pedro le pone bueno en proyectos en Concón y Quintero y no oculta sus ganas de que ojalá todo Chilito llevara su cableado bajo tierra en vez de en postes a la vista, ya que se pone harto feo el barrio y, además, hay harto robo de cablerío. ''A veces hasta tenemos que soldar las cámaras para que no se roben los cables'', se queja.
A pesar de que la vida le regaló esta segunda oportunidad, dice que sus hijos y su actual pareja lo pasaron pésimo.
''Nos marcó a todos. Yo he conversado con muchas personas y les digo que viven acelerados por tratar de tener muchas cosas materiales. Y cuando pasas por algo como lo que viví yo, ves las cosas de otra manera. Ni el dinero, ni la casa, ni un auto vale. Lo unico que quieres es estar con tu familia, tu esposa, tus hijos. Ahora veo las cosas de otra manera y trato de aprovechar todos los momentos en vez de juntar cosas materiales. La vida se puede ir en un segundo'', la suelta emocionado.
Sin embargo, lo más importante es la lección que sacó Don Piter de todo esto y que se la está transmitiendo todos los días a los más jóvenes. Por un lado, la importancia de que en la pega la seguridad es lo primero y que no hay ninguna final del mundial -aunque sea Alexis, Vidal, el Gary y sus compipas- que justifique dejar de lado las protecciones básicas pa’ cuidarse, ya sean guantes, cascos, chalecos reflectantes, etc.
Por otro, que hay que tener mucho cuidado, ser preciso, concentrado y dedicado para evitar accidentes.
Y finalmente, tener clarinete que todo trabajo implica un riesgo y que el error de uno puede repercutir en otros, así que hay que estar siempre vivaldis y no pavarottis.