Chile es un país que está lleno de prejuicios. Muchos de ellos apuntan a personajes que se han hecho públicos o a condenados por algún delito cometido en el pasado.
Por este motivo, la reinserción laboral se torna difícil cuando estos aspectos se mezclan. Y vaya que sabe de eso Rodrigo Orias a sus 38 años.
Tras ser dado de alta se enclaustró en su natal Coyhaique e hizo una vida anónima. Incluso pudo participar en torneos de físicoculturismo, donde ganó uno a fines del 2009.
Sin embargo, los prejuicios lo perseguían y no le permitían afirmarse laboralmente. "Cada vez que encontraba una pega, empezaba bien, pero al mes lo echaban porque lo reconocían", contó un familiar, que acogió a Rodrigo en San Bernardo.
Por eso mismo y con la intención de iniciar una nueva vida en Santiago, tomó el consejo que le dieron en el Hospital Psiquiátrico de Putaendo, Dr. Philippe Pinel, donde estuvo internado por 3 años, y se cambió de nombre. Por razones obvias no daremos a conocer su nueva identidad.
"Ahora el Rodri vive súper bien, terminó sus estudios y es ceramista. Gana su buena plata y vive solo. Eso sí, continúa con su tratamiento", confesó otro de sus cercanos.
Su círculo de hierro comentó que es de pocos amigos, no tiene polola y su trabajo le ha permitido independizarse en la capital. "Está más flaco, con el pelo más corto y pasa piola en la calle. Eso es bueno, porque pasa desapercibido", agregó.
De vez en cuando viaja al sur a ver a su padre. Su hermana lo viene a visitar a la capital. "Son muy cercanos y la familia siempre lo ha apoyado", nos contaron.
La Cuarta intentó conversar con él, pero declinó hacerlo porque prefiere mantenerse en el anonimato.
Al igual que la mayoría de los chilenos, Rodrigo Orias trabaja duro para ser una persona de bien y tiene los mismos deberes que cualquiera, así como también el derecho al olvido.
Le dijo adiós a la música metalera
En el ambiente metalero Rodrigo Orias era conocido por ser fanático del black metal, subgénero que se caracteriza por sus letras anticristianas y paganas.
Una de sus bandas favoritas era Dark Funeral, quienes se presentaron en Chile un año antes del crimen del sacerdote, específicamente, el 8 de septiembre de 2003 en el Teatro Providencia.
Hasta ese lugar llegó a cabecear y al término del concierto le pidió a Emperor Magus Calígula, vocalista del grupo, que le quemara el brazo con un cigarro y dibujara una cruz invertida, pues quería tatuarse esa marca a futuro.
Actos como éstos eran gatillados por la enfermedad que padecía, los que desaparecieron por completo cuando se trató en el Hospital Psiquiátrico de Putaendo.
Hoy en día, Rodrigo no viste de negro, tampoco tiene el pelo largo, oculta sus tatuajes con la intención de borrarlos a futuro y no volvió a escuchar más black metal. Es otra persona.