"Ya quisiera tener yo 67 millones de pesos para montar una campaña publicitaria y avisar que el mundo no se va a acabar este 21 de mayo. ¡Qué se habrá creído este gringo loco!". Así de dura y de entradita Yolanda Sultana, nuestra gurú y mentalista del horóscopo pop, se porta con Robert Fitzpatrick, el jubilado yanqui que pronostica un cataclismo dentro de cinco días.
A juicio de la Tía Yoli, que les asegura el alma a miles de chilenos en su centro mentalista de Alameda con Placilla, el tipo no se queda por empeño. "Si se ha dedicado a colocar anuncios por toda Nueva York es porque se tiene fe, pero nada más que eso. Es un empeñoso, pero más perdido que el teniente Bello, mijo", afirma mientras despliega un abanico de cartas, un juego de runas y el libro de filosofía "Ser y Universo", de un académico de apellido Holzapfel.
Afirma que sus naipes, sus piedras nórdicas, sus conexiones con la Pacha Mama y la sabiduría del filósofo en 120 páginas "me tienen convencida que Fitz… lo que sea está rallado, el mundo se ha acabado por lo menos unas seis veces para los que creemos en Dios y Cristo y quizás cuantas para los que tienen otras creencias".
-Vamos, doña Yolanda, no ha quedado ninguna embarradita grande, aparte de terremotos y unos meteoritos en Siberia.
-Hijo querido, cada vez que hay un gran descubrimiento se acaba el mundo, esa idea de que todo está bajo control y que nada va a alterar tu vida. Pero de repente ¡pum! un italiano descubre un nuevo continente y millones dejan Europa y ven cosas nuevas y devuelven cosas nuevas a su tierra. Y ahí quedan los señores medievales, los castillos y esas payasadas. A esos se les acabó el mundo y chao. Igual pasa con cada descubrimiento o invento. Con la imprenta acabó eso de copiar libros a mano. Con los transistores, el televisor, el microchip, los computadores… Son mundos que se acaban, formas de ver las cosas. Y claro, hay descalabros económicos y vidas que cambian con drama.
-¿Y si ese 21 de mayo nos despertamos con "un terremoto global" como afirma Fitzpatrick? Mire que tiembla tupido y parejo.
-Yo le voy a avisar. El 2010 publiqué en La Cuarta que iba a haber un terremoto en educación, en economía, en transporte, que iba a haber algo fuerte. Estaba anticipando lo que iba a pasar el 27/F, claro que con alguna dispersión, pero eso lo aviso yo.
-Perdone, pero la cosa se basa en cálculos numerológicos de la Biblia.
-He chequeado con amigos que estudian la Biblia por tradición, judíos sabios que me han dicho que nada pasará este 21 de mayo y que cuando esto se acabe Dios será bastante clarito.
-A ver, háganos un regalito.
-Ahí va: La humanidad vive tiempos de efervescencia. Primero fue en Túnez, luego en Egipto, después en Libia. La cosa va a seguir, los jóvenes estarán por un mundo nuevo otra vez y lo de plaza Tahrir, de Egipto, se repetirá. El viernes 30 mil personas protestaron contra HidroAysén. Por ahí va el fin de mundo y el comienzo de otro. Más plazas Tahrir, un nuevo orden. Ya estoy viejita y veo muchas cosas, pero hay esperanzas.
EMPAPELÓ NUEVA YORK CON LA PROFECÍA
Robert Fitzpatrick, jubilado del servicio de transporte público de Nueva York, llenó vagones del metro local y paradas de autobús con mil apocalípticos carteles, en los que comunica a la humanidad que el día del juicio final se producirá el sábado de la próxima semana.
El gringo empezó a creer en la fatídica profecía cuando conoció al grupo evangélico Family Radio, cuyo pastor Harold Camping realiza predicciones usando cálculos numerológicos y asegura que quien crea en el apocalipsis y advierta de que se avecina será salvado y llevado junto a Dios.