EL PRÍNCIPE DEL DESIERTO

La ambición de poder y riqueza es algo que siempre tendrá en disputa a los hombres, sobre todo si se trata de recursos naturales indispensables para el mundo moderno y que entrega  beneficios económicos, como el petróleo.

Precisamente, El Príncipe del Desierto trata de esta temática, pero va más allá de la disputa por este elemento, ya que cuenta una historia ligada a las traiciones y lealtades, cruzadas por la religión islámica. Una trama que siempre llama la atención de los espectadores de Occidente porque desconocen de este mundo lleno de misterio y rituales basados en el Corán, el libro sagrado del Islam.

Además, la historia cuenta con excelentes efectos especiales que acompañan los enfrentamientos en el desierto y grandes actuaciones, como la de Antonio Banderas, Mark Strong y Tahar Rahim.

Todo transcurre a principios del siglo XX en Arabia. Tras una lucha, dos líderes enemigos: Nesib, emir de Hobeika (Antonio Banderas) y Amar, sultán de Salmaah prometen que ninguno de los dos reclamará la tierra en disputa: el Cinturón Amarillo y, para asegurarse, Nesib toma como rehenes a los peques de Amar: Saleeh y Auda.

Cuando crecen, Saleeh decide rebelarse, mientras que Auda es obligado a casarse con la hija de Nesib para romper la promesa con Amir. Así, Nesib puede controlar la franja en disputa, rica en petróleo.

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