La micro 712 hace el recorrido más largo del Transantiago. Cache que, si tiene suerte y no le tocan tacos, puede llegar a su destino final, en Puente Alto, luego de tres horas de laaaaaargo viaje.
La Cuarta, el diario viajero, se subió a esta máquina que irónicamente es de color amarillo, igualita a las antiguas que se daban las mansas vueltas por Santiago.
"Este servicio quedó como la micro del pueblo", asegura Luis Toro (51), uno de los choferes que termina con el traste cuadrado tras finalizar su larga jornada de manejo.
Luego de conversar con varios choferes llega Óscar Pérez (64), el conductor designado para comenzar el trayecto. Son las 11.50 horas en el Salto, Recoleta. Arriba del bus ya hay dos pasajeros.
"Pasé al baño antes de partir. No tomamos mucho líquido en la mañana, controlamos ese asunto", revela antes de acomodarse y colocar la patita en el acelerador.
La máquina hace su primera gran parada en el Metro Zapadores. "En la mañana esto está lleno. Y luego hay que ir por La Pirámide. A veces te mamái tacos de una hora, que no son tan agradables, pero toda la gente va calladita. Nadie te dice ¡apúrate! Saben que es una ruta peligrosa".
Nicolás, de 20 años y que se sube con su polola, cuenta que "esta micro me recuerda las amarillas. Antes se demoraban como 20 minutos en pasar y estas pasan rapidito para ir a Zapadores".
Óscar, que no despega la mirada del frente, cuenta que para no quedar como cangrejos en el verano les pasan bloqueador. "Es principalmente para las manos", dice.
EVASORES
En menos de media hora de recorrido se suben jóvenes, mujeres, niños, vendedores, extranjeros, hinchas del Colo, de la U y los infaltables evasores.
"En una vuelta podemos llevar de 300 a 400 pasajeros. El problema es que es mucha la evasión. A veces un señor te hace parar y ni siquiera te dice se me quedo en la casa la tarjeta o te cuenta un cuento, sino que llega y pasa, a mí eso me descoloca", suelta mientras llega al sector de Américo Vespucio, un poquito antes de Avenida Kennedy, donde se avanza a paso de tortuga.
Son las 12.22 horas y, mientras espera en el taco, se saca el chaleco, parte fundamental de su tenida.
"Creo que si uno anda bien vestido la gente no es tan agresiva, no tiene por qué tratarte mal", dice.
Francisca Ruiz, que labura en el mall Plaza Egaña y que toma la micro en Escuela Militar, una parada donde se sube un lote de gente, relata que "en las mañanas es más complicado tomarla. Hay filas eternas para subirse. Igual lo prefiero porque anda por varios sectores y ahorro plata. A mí me parece bien que vuelvan estos recorridos".
UN TOUR
A esa altura, la micro ya pasó por cuatro comunas: Recoleta, Huechuraba, Vitacura y Las Condes. Aún quedan La Reina, Ñuñoa, Peñalolén, Macul, La Florida y Puente Alto, donde termina el recorrido.
"Se nota igual como cambia la gente entre sectores. En algunos lados te dicen buenos días, saludan, en otro llegan y pasan", revela el chofer.
Pasamos recién Escuela Militar, que no es ni la mitad del camino y cada vez se llena más la 712. "Nos queda un largo tour. A veces le digo a mi familia que es como ir a Temuco o La Serena", confiesa Óscar, mientras abre la puerta a los nuevos pasajeros que se suben.
MUCHAS PARADAS
Mientras va por Américo Vespucio, llegando a Grecia, el chofer cuenta que "tenemos 134 paradas, algunas a 30 metros. Creo que a veces eso hace que el servicio sea más lento, porque no alcanzamos a tomar velocidad y tenemos que parar".
Óscar confiesa que jamás ha tenido una pelea con algún pasajero, cuando llega a Avenida La Florida, cerca de las 13.40 horas. "Soy malo para los combos. Yo prefiero llevar la fiesta en paz".
A las 14.20 llega a otro de los puntos más populares: la plaza de Puente Alto. Ahí, hay fiscalizadores. "Menos mal que están, porque sino no podríamos trabajar bien. Son muchos los que pasan y se ve el rojo cuando marcan. Ahí les digo, sigan participando".
La ruta continúa por la calle Charles Aránguiz, en homenaje al jugador. Sentado va Néstor Oyanedel, que tomó la micro en Escuela Militar. "Primera vez que la tomo. Me demoré una hora y media. Igual para mí es bueno, gasto menos plata". A las 14.50 llega a su destino: Los Tilos 0198. En el lugar, tiene un sector de descanso, que le trae área de televisión y mesas para que puedan calentar la comida o, si andan con lucas, comprar a una señora que todo los días le tiene un menú. "Ahora me voy a estirar las piernas", dice Óscar antes de apagar el motor de la micro con el recorrido más largo del Transantiago.