La carroza fúnebre con el cuerpo de Miguel Ángel Poblete llegó a las 16 horas en punto al Cementerio General. Sus amigos y seguidores lo llevaron a una pequeña capilla donde lo velaron tanto rato que se les hizo tarde y debieron posponer el entierro para hoy.
Entre sus deudos llamó la atención una pequeña mujer de unos 40 años que llevaba un velo negro. Desconsolada lloraba junto al cajón de madera café claro cubierto por una foto de la mejor época de Karole Romanoff, muy rubia y radiante.
Eliana Salas conoció al vidente de niño, cuando congrebaba a miles de personas en la cima del Monte Carmelo, de Villa Alemana. Su abuelita lo acogió varias veces bajo su techo y desde entonces nunca perdieron contacto.
ÁNGELA
Eliana no se refiere al iluminado como Miguel Ángel ni como Karole Romanoff, sino que le dice Ángeles, porque la Virgen le dijo "Ángeles eres y Ángeles serás".
La mujer fue testigo de los poderes de su amiga, como cuando puso de pie a su padre que no podía caminar. Además vio de cerca los estigmas que su fe le provocaban en el cuerpo.
"Otro milagro que vi junto a Ángeles fue la aparición de la Virgen de Fátima. La vi tal cual te estoy viendo a ti. Estaba en el aire y fue real, porque no puedo tener tanta imaginación", explicó.
Relató un viaje de cinco meses que ambas habrían realizado a Europa. "Partimos por España, ahí el Arcángel Gabriel se nos apareció y nos contactó con una persona que nos ayudó. Luego pasamos por Francia, Italia y hasta Yugolslavia, donde Ángeles le entregó un mensaje celestial a otro vidente", recordó.
Según Eliana antes de regresar a Chile pasaron por Inglaterra, donde un "doctor inglés dictaminó que ella es una perfecta mujer y le habría diagnosticado una enfermedad en los ovarios".
Sobre las costumbres de la difunta, nos contó que no le gustaba mucho ver tele, pero que era muy buena para escuchar música: "Sobre todo le gustaba el grupo (sueco) Abba".
Le preguntamos con mucho respeto por la afición de Ángeles al copete. Eliana no eludió el tema y con honestidad respondió que "en ella había dos dimensiones: La espiritual y la humana". A esta segunda categoría correspondería su alcoholismo.
"Para ella era muy difícil saber, por ejemplo, cuándo alguien se iba a morir. Era un peso muy grande y quizás por eso tomaba tanta cerveza".
- ¿Cree que podría convertirse en santa?
- No lo sé, sólo Dios sabe.
- ¿Habrá sido feliz?
- Tuvo momentos alegres, pero también mucha pena. Tenía muchas responsabilidaes: Podía interceder entre los hombres y Dios.
BASUREO FINAL: CARTEL NO RESPETÓ SU VOLUNTAD DE MORIR CON FALDA
Un cartel que un funcionario del cementerio colocó en la entrada de la pequeña capilla que cobijó el cajón del personaje que exigía ser llamado como Karole Romanoff rezaba: "Miguel Ángel Poblete Poblete". Nadie reparó en ese detalle que para el chiquillo que "veía a la Virgen" en los '80 pudo ser el último basureo que sufrió en su paso por este mundo cruel.
Para despedirlo con admiración y cariño se dejaron caer en masa sus amigos del Los Apóstoles de los Últimos Tiempos. En su mayoría eran ancianas (algunas muy viejitas que apenas podían caminar) que estoicamente escoltaron el cajón. Fueron sus seguidores desde 1983 y formaron parte de las miles de personas que miraban al cielo de Villa Alemana en busca de un milagro.
Correctamente uniformados de morado, con insignias, botones dorados, corbata negra y falda mucho más abajo de la rodilla (en el caso de las mujeres), los "apóstoles" cantaron y rezaron. No les importó el descrédito en que había caído su ídolo debido al cambio de sexo, para ellos su obra es más importante que el alcoholismo de quien para muchos es una víctima del aparato de inteligencia de la dictadura de Pinochet.
Una abuelita chiquitita llegó vestida con los colores de la Virgen de Lourdes. Fue un cuadro conmovedor. El vidente se va junto a su gente.
"ME CURÓ DEL CÁNCER UTERINO"
Angélica Saavedra fue una de las primeras en llegar al cementerio, y tenía razones de peso para despedirse con gratitud del finado.
La señora que le llevó flores blancas recordó que el "vidente", cuando era conocido como Miguel Ángel, la habría "sanado de un cáncer al útero".
"Para entonces hacía seis meses que había tenido un hijo. Subí al Montecarmelo y metí mi mano al agua bendita. Fue un milagro y él me ayudó. Desde entonces que le tengo fe", confesó con penita por su partida.
Angélica cree que él (o ella) seguirá intercediendo en el cielo por quienes le tengan fe, así que le va a rezar cada vez que sea necesario. No se manifestó disconforme con el cambio de sexo. "Dios se lo habrá pedido", teorizó y siguió rezando junto al cajón.
Sebastián Foncea M.