Eliseo Salazar, el único piloto en competir en la Fórmula 1, las 500 Millas de Indianápolis, las 24 Horas de Le Mans, el Rally Dakar y el Mundial de Rally -las pruebas más joya del automovilismo mundial-, dice que hace poco sacó la cuenta y que a lo largo de 40 años de carrera ganó 86 carreras. Por lo mismo, se siente como Caszely cuando lo recuerdan sólo por su pelea con Nelson Piquet o por alguno de sus tres tortazos.
"Tuve sólo tres accidentes grandes en mi carrera, lo que es normal en esta profesión. Como conductor fuera de las pistas, nunca he chocado", cuenta el piloto, quien esta semana se encuentra conmemorando 40 años, desde aquella jornada en el autódromo Las Vizcachas, cuando a bordo de un Austin Mini 1.100 amarillo, remató en el cuarto lugar.
Antes de viajar a Yanquilandia, para conmemorar su condición de señor de las cuatro décadas del deporte tuerca compitiendo en la segunda fecha de la Aston Martin GT4, Eliseo le contó al diario pop que está que corta las huichas por relatar sus andanzas en un libro, que recopilará su cachá de historias y anécdotas around the world.
"Me gustaría dejar relatos, como el vínculo de Niki Lauda con Chile, porque su esposa vivió en Valdivia. O mi relación con Nelson Piquet, un gran amigo más allá de esa pelea que siempre me recuerdan", cuenta el "Fitipaldi" criollo, quien además hasta se aventuró con un título para el librote: "Podría ser Sangre, sudor y lágrimas, porque son todos los ingredientes que ha tenido mi carrera", tiró antes de repasar con nosotros algunos capítulos infaltables en su trayectoria.
MOCHA CON SU ÍDOLO
“Cuando llegué a Europa, llegué a Inglaterra y no conocía a nadie. Cuando salí del circuito llovía, así que hice dedo y me paró un auto. Andaba con una revista Estadio, que me tenía en la portada y cuyo título era ‘quiero ser como Nelson Piquet’, porque él había saltado de la F3 inglesa directo a la F1 y yo venía de ser campeón de la F3 argentina. Él era mi ídolo, supo de mi historia y me ayudó mucho. Con él conocí a su equipo, me comí mi primer McDonald’s, así que él fue fundamental para mi carrera. Y el 82 ocurrió lo de la recordada pelea, que fue una desinteligencia de ambos. Fueron esos segundos de calentura, porque somos grandes amigos”.
MANEJÁNDOLE AL BATERO DE PINK FLOYD
“En las 24 horas de Le Mans corre gente que tiene plata y que contrata pilotos profesionales para que manejen sus autos. Nick Mason (el baterista de la banda Pink Floyd) me llamó, no me contó quién era y me contrató para correr junto a otro piloto. Después vine a saber quién era, nos empezó a hablar de la película “The Wall” e incluso me regaló unos discos. Mason manejaba 20 a 25 minutos y después nos pasaba el volante a nosotros, era el lujito que se daba”.
EL ÚNICO LLANTO SOBRE RUEDAS
“Tras el accidente en Orlando (en 1996) me recuperé rápido. Me habían dicho que estaría entre 9 a 10 meses fuera de las pistas. A las 500 millas de Indianápolis llegué con muletas, todavía recuerdo cuando me vine llorando todo el rato de vuelta a los pits, es la única vez que he llorado arriba de un auto. Además, coronamos una gran temporada ganando en Las Vegas en el 97”.