En Acha 4 vigilantes no le quitaban los ojos por siaca

A fines de 2001 Julio Pérez Silva ingresó al Complejo Penitenciario de Acha en Arica y quedó recluido y aislado en una celda de aproximadamente 6 metros cuadrados.

Desde ese momento y hasta fines del 2007 el reo fue custodiado por cuatro gendarmes las 24 horas del día para que no intentara el suicidio o la fuga, como en enero de 2004 cuando debido a la depre se intentó ahorcar con la manga de una camisa.

"Estuvo en el módulo de Alta Seguridad en el cuarto piso en un ala solo. Alrededor de cuatro funcionarios estuvieron constantemente día y noche a cargo de su custodia, turnándose. Tenía una celda normal, un baño, un pasillo igual al resto de la unidad. Tenía opción de guardar libros en otra celda porque estaban vacías. Bajaba al patio una vez que el resto de la población penal ingresaba a sus dependencias", contó Leandro Pincheira, teniente coronel a cargo de la subrogancia del penal.

Pérez Silva tenía una ducha, una cama sin litera, una tele y leía la Biblia. Además disponía de tres comidas diarias y realizaba talleres de artesanía, iba a la escuela, leía libros y salía a la cancha a estirar las piernas. Claro que con una salvedad: No estaba en contacto con nadie, salvo sus custodios y su mujer que lo visitaba un promedio de dos veces por mes.

"A raíz de las constantes evaluaciones y a solicitud de él, el consejo técnico evaluó la situación a fines del 2007 y bajó al tercer piso a convivir con la población penal. Ahí todos están por delitos sexuales. Había unos 60 aproximadamente", sostuvo Pincheira, quien agregó que Pérez "compartía celda con un interno, (además) hacía lo mismo que solo, pero ahora con el resto de los internos. Hacía artesanía, fútbol, actividades religiosas e iba al colegio".

Actualmente en Colina 1, en la Región Metropolitana, está en una celda solitaria, pero en contacto con población segregada del recinto penal. Ahí usa los talleres más especializados y la relación con su familia es más directa.

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