En el museo del auto se respira pura nostalgia

A 25 kilómetros de Osorno hacia el oriente, en la ruta 215, existe un mágico lugar que niños y pailones fanáticos de los tocos no pueden dejar de visitar si andan por esos pagos.

Se trata del cototo museo del automóvil Moncopulli creado por el tuerca Bernardo Eggers (68), quien desde que era broca cochi pela el cable con los motores, manubrios, neumáticos, cajas de cambio y todo lo que huela a vehículos.

Ni siquiera la muerte de sus padres en un accidente automovílistico en 1955 pudo frenar su pasión por las tuercas.

Rodeado de prados verdes y aire puro, los turistas que lleguen a este punto de la Provincia de Osorno, disfrutarán de un galpón repleto de autos antiguos muy bien cuidados.

Para hacer más grata la visita al recinto, por los altoparlantes se puede escuchar música de Paul Anka, Elvis Presley y los Platters.

En palabras del propio dueño del boliche automotriz, los visitantes "encontrarán autos que circularon en Chile y también la mayor colección de Studebaker fuera de Estados Unidos".

Eggers explica que tiene más de un centenar de autos de la época del ñafle y que cada vez que llega un nuevo tocomocho "necesito un techo y ahí las que tiemblan son mis vaquitas".

Por ejemplo, hay Ford A de 1928, un Ford T de 1920 y un Mercedes Benz modelo 180 de 1960.

"En mayo de 1992 adquirí mi primer automóvil clásico, un Buick Century 1955 y al año siguiente un Studebaker Hawk 1961", confesó.

En 1994 aceptó una oferta de siete Studebaker, entre ellos un Champion 1947 y el 17 de noviembre de 1995 inauguró el museo.

- Usted es bien pegado con los autos, oiga, parece futbolista de tantos que tiene.

- Cuando chico me gustaban los recortes de automóviles y me quedaba en la casa jugando con ellos, salvo que me dijeran que iríamos a andar en tractor.

- ¿Cuándo tuvo su primer toco?

- Al empezar a trabajar en el campo, ya no vivían mis viejos y el hermano mayor de mi padre estaba a cargo, hice un curso de conducción y me colocaron un vehículo a disposición. Tenía 21 años.

- ¿Cuál es el que más le gusta?

- Creo que el auto que más nos ha acompañado, que más nos ha servido, con el que más cosas hemos hecho es el Studebaker Hawk año 1961.

- Sus padres murieron en un accidente.

- Sí, fue el día que cumplí 13 años, fue complicadísimo. No puedo decir que me haya quedado muy solo, había muchos parientes, pero siempre fui como un poco solo. Lo que cambia es cuando uno quiere hacer preguntas en la vida y ahí es complicado estar solo.

- ¿El museo es un homenaje a sus taitas?

- Hay una placa afuera que los recuerda, les debo mucho a ellos. La casa donde vivo, el campo que trabajo, el amor por los autos, mi padre me enseñó a fotografiar y algo muy importante: El humor.

- ¿Cuánto vale su colección?

- Es muy difícil decirlo porque el día que uno quiere vender un auto puede sacarle mucha plata y el día que debe vender le va a sacar relativamente poca.

CÁMARAS DE FOTOS, RADIOS Y OTRAS RAREZAS

En su visita al museo del toco de Bernardo Eggers, ubicado en la comuna de Puyehue, también puede disfrutar otro tipo de atracciones.

En el lugar puede pasar un buen rato mirando colecciones de autos pequeños, radios y cámaras fotográficas.

Eggers y familia tienen además máquinas de escribir, tocadiscos y otras rarezas que lo dejarán pensando en el pasado.

La idea de Eggers y su simpática esposa Ruth Frohlich es que también la barra pop conviva con la naturaleza y de pasada se saque de encima el estrés del año.

Si va en verano a la zona la atención al público comienza a las 10 de la matina hasta las 20 horas.

Hasta el 15 de diciembre el museo no atenderá los lunes hábiles, así que no se aparezca esos días.

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