En Patronato no le temen a la Tercera Guerra Mundial

El mundo está en vilo porque Corea del Norte anunció que entró a un "estado de guerra" con sus vecinos del sur, un paso antes de las balas.

Todo partió por las sanciones que la ONU determinó contra la dinastía comunista dirigida por Kin Jong-un debido a la prueba nuclear que realizaron en febrero de este año.

Desde entonces, la hostilidad entre ambas Coreas ha ido en aumento y con ello la enemistad de los norteños con EE.UU. debido a la protección de la súper potencia juró prestar con sus aliados.

El guatón autoritario del norte ha dicho que ya tiene listos sus misiles para hacer pebre a los gringos y al gobierno de Seúl, y si se le ocurriera apretar el botón podría quedar la mansaca debido a la inminente respuesta yanqui.

Posiblemente, al baile entraría China, un histórico aliado de los norteños, y para más recacha los rusos ven con malos ojos la intromisión gringa en la mitad del país que ellos se hicieron cargo, luego de la II Guerra Mundial.

Como si eso fuera poco, el gobierno alemán y el francés le pararon el carro a Kim Jong-un. Invitaron al dirigente a "no jugar con fuego", y de yapa nuestro humilde país convidó a los encabritados comunistas a "deponer su actitud beligerante".

Calma

Ante el asolador panorama que podría dividir el mundo en dos bloques y, según algunos alaracos, desencadenar la III Guerra Mundial, los inmigrantes de Corea del Sur en nuestro país llamaron a la calma.

Carolina Shin tiene 24 años y vive en el barrio de Patronato en la comuna de Recoleta. Su familia llegó a Argentina en 1987 en busca de oportunidades y ella ahora trabaja de misionera en Chile.

Para la oriental con acento tanguero el asunto no es para tanto. Contó que están acostumbrados a las focas que continuamente les echan sus humildes hermanos comunistas, que frecuentemente soportan hambrunas y tienen prohibido salir del país.

La Caro dijo que más que odio, el sentimiento que predomina desde su nación hacia sus “enemigos” es de “compasión”, porque la mayoría de sus compatriotas lo único que quieren es que ellos alcancen el nivel de vida de Surcorea, uno de los países más industrializados del mundo.

Bae Mi-dal atiende un puesto de calzones en Patronato y aparentemente no está ni ahí con el conflicto. "Son sólo palabras, pero estamos lejos de una guerra. Nada pasará, en Seúl la vida sigue igual que siempre".

Un vendedor de poleras del mismo barrio comercial también metió la cuchara. Dijo que sería un suicidio que los atacaran, porque EE.UU. es invencible.

COMPARTIR NOTA