Cuando era un lolo, Cristóbal Sánchez se fue a vivir con los caballos a los cerros. Ahí aprendió a conocer a estos animales y desarrolló la filosofía con que ahora ayuda a salir adelante a otras personas.
Al igual que Cesár Millán, el “encantador de perros”, Sánchez trabaja en la rehabilitación de animales y personas dañados sicológicamente.
En una terapia que combina mucha conversación y contacto con los equinos, más de 400 personas han dejado atrás el alcohol, las drogas, el bullying y la anorexia, entre otros dramas.
La filosofía “cazador-presa” de Cristóbal Sánchez señala que el ser humano, igual que los leones y las águilas, tiene los ojos al frente porque es un cazador. En cambio, los caballos miran hacia los lados porque en la naturaleza son presas y su forma de resolver los problemas es arrancando.
“El ser humano tiene que enfrentar las dificultades, usando la razón y el sentido común. Pero las personas más que vivir como cazadores viven como presas, muertos de miedos”, dice el encantador criollo. Esa forma de vida lleva a caer en la depresión y el abuso de sustancias.
“Todas estas personas vienen con un común denominador: la autoestima. Resolviendo ese tema, la persona resuelve el porqué se evade a través de esos síntomas”, explica.
CAZADORES DE SUEÑOS
Cristóbal y un par de amigos fundaron “La Manada”, en el Centro Ecuestre Hacienda de Chicureo.
En ese lugar se propone “una relación con la naturaleza que te permita encontrarte contigo mismo, descubrir que eres un cazador que va hacia su objetivo, descubrir tus talentos y virtudes, así como también tus defectos para salir a cazar tus sueños y tomar las riendas de tu vida”, explica Sánchez.
“Andrea” creyó en la terapia que propone Sánchez para superar la anorexia, que a los 18 años la tenía pesando 40 kilos.
“Tuve que dejar el colegio y mi vida se transformó en visitas al médico y pasar encerrada. La equino-terapia me sacó de ese maldito infierno. Él me hizo ver que lo que me hacía falta era confianza para enfrentar mis propios miedos”, dice la joven.
En las “sesiones”, los caballos, el paciente y Sánchez comparten al aire libre y sin una pauta establecida.
Y es que los caballos actúan como espejos de los problemas de las personas y al trabajar con ellos, es más fácil descubrir y superar las trancas.
“Las personas vivimos corriendo, con el celular, la banda ancha, todo es rápido y decimos que vamos a ser felices cuando tengamos cierta cantidad de plata o algo que queremos conseguir. Vamos aplazando la felicidad y en realidad hay que vivir el momento, como los caballos”, dice el encantador Cristóbal Sánchez.