Comenzó siendo un recinto para enfermos de tuberculosis, luego se convirtió en un manicomio y finalmente en un hogar de menores. En sus más de 100 años de historia, el edificio maulino ha sido protagonista de inexplicables sucesos.
En la inmensidad de la ruta que une Talca con la comuna de San Clemente, un sendero sinuoso, oculto entre frondosos árboles a un lado del camino, esconde un abandonado edificio que los lugareños no dudan en describir como un constante escenario de sucesos paranormales.
Y es que la carga que tiene el Sanatorio Los Maitenes data de 1880, cuando fue fundado como un centro para recibir y aislar a pacientes con tuberculosis, enfermedad mortal para esa época y que, por tanto, debía ser tratada con extremo cuidado.
De ese entonces datan las primeras muertes. Pacientes que perecían entre el sufrimiento y el desgarro interno de no encontrar una cura a su aflicción.
Al ser enfermos complejos, debían resguardarse en esta zona totalmente alejada del sector urbano de El Maule, a unos 40 km de Talca. En medio de la soledad de los bosques, muchos morían incluso sin que nadie supiera de ellos.
Durante décadas, el centro trató esta enfermedad, pero tras los avances médicos mutó en un recinto psiquiátrico. Sus nuevos habitantes fueron los primeros en relatar sucesos extraños. Ruidos, voces y sombras que aparecían en algunos salones asustaban a pacientes y personal médico, quienes en muchas ocasiones no tenían explicación ante sucesos que iban en aumento
A tanto llegó el miedo de ese entonces, que cada cierto tiempo párrocos de las comunas aledañas iban a santiguar el recinto para sacar a estos espíritus que parecían apropiarse del lugar, aunque voces disidentes aseguraban que todo eran invenciones de los internos del manicomio.
Pero en el lugar comenzaron a suceder hechos que ponían los pelos de punta al más valiente. En las paredes aparecían manchas de sangre y en sus pasillos se escuchaban enigmáticos sonidos que nadie podía explicar.
Al mismo tiempo, el recinto seguía albergando sufrimiento. Las terapias poco ortodoxas ocupadas en la época terminaban acabando lentamente con la vida de los internados. Electroshock, camisas de fuerzas y golpes, eran las más utilizadas.
En la década de los 90, el sitio nuevamente cambio de rubro. Su último uso fue albergar un hogar de menores, aprovechando las grandes instalaciones del ex sanatorio. Nuevamente sus ocupantes afirmaron sentir extrañas e inexplicables presencias en el lugar.
El sitio quedó abandonado hace una década. Lugareños lo desmantelaron y hoy sólo quedan sus ruinas. Pero no dejó de recibir visitas.
Algunos de aquellos que conocían las historias que se contaban del recinto, se aventuraban a ingresar buscando una experiencia más allá de este mundo.
Al caminar por los pasillos de madera se sienten crujidos agudos y constantes. La sensación de pesadez es casi inmediata al llegar al sitio.
Un ambiente denso que no hace más que acrecentar las historias que se formaron en relación al edificio. Quienes ingresan dicen sentirse observados por alguna especie de fuerza o espíritu que de vez en cuando aparece por la zona.
Durante las noches, la actividad no para. Psicofonías claras se escuchan en el ambiente. Susurros pidiendo ayuda, auxilio o algún tipo de salvación para escapar de ese tétrico lugar.
Por los corredores, sombras pasan por el reflejo inexistente de todos los marcos de vidrios despojados. La brisa no hace más que acrecentar lo tenebroso del panorama.
La carga del lugar es evidente, más aun pensando en la gran cantidad de personas que sufrieron enfermedades, vejámenes y métodos poco ortodoxos de medicina.
La energía del sitio de mantiene intacta. El Sanatorio Los Maitenes siempre se ha vinculado con historias de fantasmas, espíritus y almas en pena.
A tanto ha llegado su alcance cultural, que en la región han expuestos obras teatrales y registros gráficos de lo que allí sucedió durante años.
Un sitio único, que seguramente sigue guardando muchos misterios en su interior.