Si pudiera desear algo para todos y todas es que recuperáramos la capacidad de colocar silencio en nuestra vida cotidiana. Es urgente que el silencio vuelva a nuestras vidas, en nuestra cotidianidad.
Pero es importante entender que el silencio no es siempre ausencia de ruido, de echo, la mayoría de las veces, yo puedo estar en silencio con ruido afuera.
Al final este espacio es un viaje que uno hace dentro de uno donde toca literalmente la puerta del alma.
Esta claro que hoy más que nunca evitamos el silencio porque nos da miedo lo que puede aparecer, ya que al quedarnos en este estado aparecen en forma inexorable miles de preguntas y emociones de las cuales nos tendremos que hacer cargo, porque seguramente nos mostrarán caminos de cambio y de progreso personal.
Estar o buscar espacios de silencios implica poder conseguir paz. Y desde esa paz se podrá tener una ecuanimidad para tomar buenas decisiones y eso se parece mucho a un trabajo que apunta a la anhelada felicidad.
El silencio nos conecta con nosotros, nos enciende y nos hace conscientes de las emociones. Algo que es de vital ayuda, ya que desde ahí, desde ese silencio, se nos abre muchos espacios de reflexión que nos llevarán a la salud y a la mejor versión de nosotros mismos