"Te lo ganaste", esa fue la frase de la hija mayor de Verónica del Pilar Urra Inostroza de 40 años, quien lavaba la loza cuando se enteró la semana pasada que se había ganado 988 millones de pesos en el Kino.
Desde ese día la mujer, dirigente vecinal y de los allegados de la Villa Montreal, en el sector Paillihue de Los Ángeles, tiene que cerrar los ojos a punta de pastillas y borrar la sonrisa acalambrada a puro limón.
A puro ñeque
Verónica ha tenido una vida marcada por el infortunio, pero también por la superación y el esfuerzo.
Con historias para escribir un libro, cosa que espera hacer en un futuro no muy lejano, Verónica cuenta que tiene dos hermanas menores -María Angélica, una premiada emprendedora, y Ana (38), quien nació con una discapacidad mental y vive en el hogar Los Ceibos de Coanil, en Colina.
Su padre murió cuando eran muy chicas y su madre las abandonó por eso debieron ser criadas or sus abuelos, en Longaví.
A Los Ángeles llegó cuando tenía 19 años y al poco tiempo conoció en Lebu a quien hoy es su marido, un chofer de camiones. Tras un amor a primera vista y 15 días de pololeo, decidieron casarse. "Él es un hombre bondadoso como pocos, un pan de Dios. Se desvive por mí y nuestras hijas, no tiene vicios y me sigue el amén en todo", señala orgullosa.
El fruto de este fulminante son sus hijas Daniela, hoy de 19 años y estudiante de Ingeniería Mecánica en el Inacap -"es la única mujer de su curso y le encanta estar metida entre los fierros" y Ana Karen, de 15, que nació con una cardiopatía congénita y a quien se esmera en darle el mejor de los cuidados.
El gran día
El pasado 18 de agosto, mientras lavaba loza en su hogar, Verónica le pidió a Ana Karen que le revisara por Internet el cartón de Kino que había comprado. La joven ingresó a la web de la Lotería de Concepción y tras unos segundos le dijo calmadamente "te lo ganaste". No lo podía creer y partió a una agencia del centro con su hija mayor. "Chequeamos uno a uno los números y era cierto. Después llamé a mi marido y le dije 'viejito, nos ganamos el Kino, vente altiro'. En su rostro vi una alegría inmensa", recuerda.
Esa noche no pudo pegar pestaña. "Me conecté a mi pendrive y estuve toda la noche escuchando música de Chayanne, Marco Antonio Solís y Luis Jara. Al día siguiente me tuvieron que dar una pastilla, porque no había caso que pudiera cerrar los ojos", recuerda.