Los trabajadores siguieron atiendo los teléfonos durante dos horas y cuarenta minutos, en el mismo lugar donde se encontraba el cuerpo sin vida de la mujer.
Una lamentable historia se dio a conocer en España, donde un grupo de operadores de un call center continuó trabajando durante casi tres horas junto al cadáver de una compañera que falleció producto de un infarto.
La situación ocurrió el martes pasado cerca de las 12:30 horas en una oficina de la multinacional española Konecta, ubicada en Madrid, según consignó El País.
La trabajadora, Inma, de 57 años, levantó la mano desde su cubículo para pedir ayuda médica ya que estaba sufriendo un infarto. Sin embargo, se desplomó y falleció en el lugar.
La mujer llevaba más de 15 años trabajando en el lugar, que cuenta con 70 cubículos. Las pausas de los empleados están medidas al minuto y las revisiones médicas que hacía la compañía se enfocaban en los posibles problemas físicos, no en la salud mental.
Los hechos
Hasta el lugar llegó personal de emergencia entre las 12.43 y las 12.50 horas, pero no pudieron salvarle la vida a la mujer, quien fue declarada muerta media hora después de recibir los primeros auxilios.
Tras esto, el cuerpo de la mujer permaneció custodiado en el suelo por policías, mientras esperaban al juez. En tanto, algunos de los operadores continuaban trabajando, sin siquiera alzar la mirada.
El medio indicó que un compañero de la mujer preguntó si podía irse a casa, pero le ordenaron continuar respondiendo llamadas ya que lo hacían era “un servicio esencial”.
Cerca de las 14:00 horas, llegó el encargado de la prevención de riesgos de la empresa, y dio la orden de que todos evacuaran el lugar ordenadamente.
Sin embargo, a eso de las 15:10 horas, aún había cuatro trabajadores en puestos atendiendo llamadas, según indicó el medio español.
“Me encontré el cadáver ya cubierto. Jamás en mi vida había visto un cuerpo de esa manera”, aseguró Miguel Ángel Salinas, delegado de la prevención de riesgos laborales de CGT.
Al verlos, se acercó a una trabajadora para preguntarle si estaba bien. “No, no. Acabo esto y me voy”, le respondió.
Para ese entonces, ya habían pasado dos horas y cuarenta minutos desde que Inma se había desplomado en la oficina.
La situación generó indignación en las redes sociales por el actuar de la empresa. Un portavoz de Konecta negó que los trabajadores se vieran obligados a responder llamadas junto al cadáver. Aunque desde la CGT aseguraron que la instrucción de seguir atendiendo llamadas solo la recibieron “algunos trabajadores de modo individual”.
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