El curita Óscar se la juega por los presos

El poeta alemán Bertolt Brecht inmortalizó una frase que describe de manera precisa la existencia de Óscar Esteban Jiménez Lazo: "Hay hombres que luchan toda la vida y esos son los imprescindibles", sentenció el artista otto.

Y con certeza podemos decir que este sacerdote jesuita, nacido en Iquique hace 87 años, es de aquellos.

Su vocación social nació casi junto con su decisión de ser religioso. Ocurrió cuando se vino a la capital a estudiar Odontología, en 1949.

"Llegué al tercer año y sentí el llamado de Jesús. Fue entonces que ingresé al Seminario. Y ya llevo 53 años dedicados a esto y 64 en la congregación", sacó cuentas nuestro héroe.

En sus inicios se dedicó a ayudar a los fieles en sus retiros espirituales. Pero siempre supo que quería trabajar con la gente. A su lado y de su lado.

Por lo mismo, cuando el obispo auxiliar de Santiago de la época -monseñor Enrique Alvear Urrutia- le pidió que se hiciera cargo de la recién nacida Parroquia Cristo de Emaús, en 1975, no lo dudó ni un minuto.

"Había muchas necesidades en ese sector de Lo Prado. Los pobladores no tenían dónde ni cómo vivir. Sufrieron mucho con la feroz represión que hizo la dictadura de Pinochet. Y no sólo al principio", detalló el curita.

El trabajo del curita en la Peni

En 1989 fue sacado por la jerarquía eclesiástica de lo que aún siente como su casa, Y continuó poniéndole el hombro en varias capillas de sectores populares.

"De aquí me fui a Arica, pasé por Valparaíso, la comuna de Padre Hurtado y terminé en Iquique", relató el jesuita.

Las ocho décadas vividas para muchos podrían significar un retiro de las pistas. No obstante, el padre no estuvo ni ahí con colgar la sotana.

"En el 2014 comencé a ir a la Penitenciaría para acompañar a los internos en la fe. Durante ese año, me di cuenta de que ellos necesitaban más que la Palabra. Requerían de una formación y les pedí a un grupo de cinco personas que me ayudaran a compartir la Biblia de un método comunitario", rememoró.

Doce meses después, el taller era todo un éxito y le pidieron que repitiera la experiencia durante estos meses.

"Hoy estamos aprendiendo a ver la vida de Jesús con una nueva perspectiva. Cada Evangelio que vemos lo relacionamos con sus vidas, sus experiencias familiares, la sociedad, la política y las injusticias que ellos mismos

viven dentro del sistema", detalló.

Dentro de estos diálogos, el eclesiástico pudo empaparse de lo que piensan los privados de libertad y cómo el encierro no significa que se haga justicia.

Rehabilitación

"Todos se dan cuenta de que no pueden volver a vivir de la delincuencia, pero no hay un programa de reinserción. Sólo existe ocio, no hacen nada, ningún programa los rehabilita y lo poco que se hace en ese sentido nace de las pastorales católicas y evangélicas", pegó el palo.

Y para que no sea mal interpretado, el curita concluyó: "Hay situaciones inhumanas en la Peni, porque no hay condiciones dignas dentro de las cárceles y hay que tener presente que el interno es una persona. Y pueden cambiar. Pero no existe algo organizado por el Estado ni son apoyados por alguna instancia de reinserción".

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