Que levante la mano el que nunca ha dejado una dieta a medias, ya sea porque falló la fuerza de voluntad o porque salía más cara que la producción de un reality.
La dura realidad es que gran parte de la barra ha caído alguna vez en las redes de la dieta de moda o la que le recomendó la comadre.
La mayoría de las veces el plan para perder unos kilitos queda en nada, o peor aún, después de celebrar una talla menos, vuelve a engordar tanto o más que antes.
El doctor Jaime García, máster en nutrición clínica de la Universidad de Chile y autor de www.nutricionsaludable.cl, asegura que para verse y sentirse bien, no es necesario hacer grandes esfuerzos ni estrujar el bolsillo.
El primer mito que pusimos a prueba fue el de no mezclar carbohidratos con proteínas, es decir, arroz con carne o tallarines con pescado, por ejemplo.
“Eso es falso y de ninguna manera se recomienda dejar los hidratos de carbono, ya que se corre el riesgo de presentar alteración en neurotransmisores cerebrales como serotonina, y desencadenar, especialmente al final de la tarde, crisis de comer compulsivo de pan, galletas, golosinas u otros alimentos ricos en hidratos de carbono y grasas. Además, esa dieta genera un rápido efecto rebote”, explica García.
Por lo mismo, el galeno recomienda que al que está un poco pasadito de kilos, disminuya la porción de carbohidratos a media taza.
Con respecto a las frutas y verduras, el doc asegura que algunas deben evitarse si está a dieta.
Se recomienda preferir las manzanas, naranjas, peras y kiwis por sobre los duraznos, sandías, melones y uvas. Un kilo de estas frutas cuesta en promedio $400.
Si lo suyo son las verduras, escoja las de color verde, como lechuga, repollo y apio. El choclo, habas, paltas, betarragas y zanahorias cocidas también están vetadas en la dieta.
El famoso mito de que la marraqueta sin miga no engorda también es mentira. Jaime García asegura que la cáscara tiene más calorías que la miga.
“Al final, todo se resume a comer lento. Hay que degustar y paladear los alimentos, no llegar y tragar”, aconsejó.
Para que quedara bien clarito que no es necesario sufrir ni gastar plata para adelgazar, García destacó que los quesos amarillos, que bordean los $1.500 el cuarto, “son pura grasa, hay que dejarlos”, dijo.
“Un dato importante es que los lácteos tienen un gran rol en el control de la obesidad. Con que tome tres yogurt descremados y sin azúcar al día, está bien”, cerró el galeno.
Un yogurt cuesta $200 en promedio.