Los amantes del sorbeteo recibirán esta noticia como una fiesta para sus paladares: "La Sopería" de Barrio Italia estrenó un recipiente comestible, con el que darle la lucha al frío será un placer.
De a poco empiezan a bajar las temperaturas y los enamorados de las sopas y las cremas salen de sus guaridas. Y en esta época en la que probar nuevos sabores y vivir experiencias únicas para nuestro paladar se ha convertido en algo obligatorio, en "La Sopería" toman el guante y siempre se las ingenian para mejorar la oferta para sus parroquianos.
Nuevas mezclas e ingredientes sorprendentes que amplían su carta son algo habitual en este local, que cucharada a cucharada se ganó su espacio en el sibarita Barrio Italia. Claro que la apuesta con la que se la jugaron para esta temporada de frío sí que abre el apetito: sopas servidas en vasijas de pan comestibles.
Sí, ese sentimiento que muchas veces nos embarga de querer comernos hasta el plato ahora será posible, ya que esta delicia culinaria cumple con ese sueño de todo amante de la olla: no dejar nada en la mesa, ¡ni siquiera el plato!
Coco Keymer Reyes, chef chillanejo y dueño de "La Sopería", explica cómo fue que introdujeron esta novedad en la presentación de sus preparaciones. "Esto es algo muy habitual en algunas ciudades de Estados Unidos, y si bien todas nuestras sopas se pueden tomar en vasijas de pan, nosotros las recomendamos especialmente para tres de ellas: la de almejas, la de cola de buey y la de tomate", cuenta el experto.
Resistente. Quizá las principales dudas que levanta una idea así, y que de seguro asaltan a quienes no han vivido la experiencia, es saber cómo el recipiente de pan resiste con el líquido caliente en su interior sin acabar deshaciéndose y filtrando sopa por todos sus bordes.
Según Coco, "el armazón dura bastante, ya que se hace con un pan parecido a la ciabatta, pero en forma de vasija. Esto garantiza que aunque se enfríe la sopa -lo que es muy difícil, ya que viene con su tapita-, al recipiente no le va a pasar nada", asegura el maestro.
De hecho, admite que "la muerte" del cántaro de harina es responsabilidad del propio comensal. "Uno mismo va desarmando la vasija a medida que avanza con la cuchara, ya que el pancito de los bordes que se va remojando con la sopa le da otra consistencia a la preparación. Uno va raspando el interior, así como lo hace con el melón con vino, jajajá", admite Keymer.