Académicos explican el escaso liderazgo y acción de las figuras que antes las hacían todas. "Jugársela por algo significa exponerse y los rostros no quieren exponerse porque pierden mucho" y "sería bueno que esos liderazgos tuvieran un rol más activo", sentencian.
En un meme o una anécdota del día. Esa ha sido la trascendencia de los esfuerzos de buena parte de nuestros rostros televisivos más emblemáticos, de aquellos seres sagrados del jet criollo, para ser coherentes y/o aportar con contenido en medio de la explosión ciudadana de las últimas semanas.
Y hemos visto de todo. El llanto Don Francisco. Fuertes encontrones de Julio César Rodríguez con políticos en el matinal de CHV, Tonka Tomicic y José Miguel Insulza peleando en "Bienvenidos" (Canal 13) por quien gana más millones. Pancho Saavedra subiéndose al carro con una versión política-social de "Lugares que hablan", con "Chilenos que hablan". Unos más o menos comprometidos que otros, disposición que para la teleaudiencia y los apasionados debates en redes sociales solo se está quedando en los set o en sus respectivas cuentas del mundo virtual. De estar en la calle, tomar una bandera o mojarse el potito de verdad, hay pocazo, casi nada.
Guillermina Guzmán, académica, magíster el lingüística y experta en comportamiento humano analiza el peculiar presente de los otrora influyentes comunicadores del país. "Conversando con la gente escucho que los medios no son creíbles, que la TV miente. Partiendo de esa base ellos (famosos) también se cuidan muchísimo en términos de cautelar su zona de confort, para no ser más agredidos, ni enjuiciados por la ciudadanía. Jugársela por algo significa exponerse, y esas personas no quieren exponerse porque pierden mucho. Una como ciudadana común puede dar su opinión tranquilamente y no pierde nada, mientras que las personas que son rostros tienen mucho miedo a salir de su zona de confort, porque las pérdidas son muy grandes", sentencia la estudiosa, quien recalca que el público no está cuentos ni pequeñeces.
"En los medios no se producen debates consistentes, empieza uno a sentirse atacado por el otro, a basurearse, se termina toda posibilidad de diálogo y eso nos está haciendo mucho daño. Usan esos espacios para caer en eso y la audiencia ya no les presta atención, la gente se aburre y fastidia, empieza a hacer zapping y termina no escuchando".
Gonzalo Tassara, Doctor en Sociología y académico de Facultad Ciencias Sociales Universidad de las Américas, también le sacó la foto a nuestras estrellas fugaces. "La pregunta es por qué no son más fuertes y ponen el grito en el cielo con respecto a las violaciones a los derechos humanos, abuso de poder. Sería bueno que esos liderazgos tuvieran un rol más activo... Creo que si se niegan a dar su opinión debe ser porque tienen contrato con canal, con auspiciadores, etc. También hay otro tema: desde la ciudadanía se visualiza que los rostros líderes de televisión también son parte de una casta que está muy lejos de la vida cotidiana de las personas, de andar en metro a las 6 de la mañana, ganando 400 lucas, versus los rostros que son millonarios".
En ese sentido, Tassara agrega: "me da la impresión de que las demandas y las movilizaciones son muy serias, son temas que quizás exceden a la mayor parte de las personas que trabajan en la TV o en el espectáculo. Por otra parte, hay que destacar que hay harto artista que apoya las movilizaciones como Mon Laferte que llegó a Chile, Illapu y varios futbolistas".
El nuevo papel de la Iglesia
En el pasado, la Iglesia, sobre todo la católica, jugó un papel importante en momentos difíciles del país; ahora, en cambio, ha pasado colada. "Hay un silencio extraño, que creo que para las grandes masas de la población no es agradable. Me da la impresión de que ellos (Iglesia) también pierden en esta pasada, porque toda esa deslegitimación que han tenido con los casos de abuso, particularmente de la Iglesia Católica, y los sueldos millonarios de los pastores evangélicos, podría haberse resarcido un poco poniéndose del lado de la gente y de la defensa de los derechos humanos", apunta Tassara.
Guillermina Guzmán indica que la gente le pasó la cuenta completa a las instituciones religiosas: "Han perdido de credibilidad los líderes de la iglesia evangélica por las malversaciones y la católica por todos los abusos cometidos".