El icónico local cerrará sus puertas, según anunció su dueño, como resultado de la venta del inmueble donde funciona.
El Barrio Lastarria, desde ya, lamenta una profunda pérdida.
El Bar Berri, tradicional local emplazado en calle Rosal 321, dejará de funcionar definitivamente, poniéndole fin así a treinta y ocho años de existencia.
Los rumores de cierre corrían de hace un tiempo, pero a través de su cuenta de Instagram, el pasado marzo, el recinto había rechazado esa opción. “¡La bohemia continúa!”, celebraron en aquella oportunidad.
Ahora, sin embargo, las condiciones cambiaron. Según el dueño del local, Eduardo de Azcuénaga o Don Berri, el motivo de la clausura es de fuerza mayor: la hermosa casona donde operaba el bar fue vendida.
El sábado 30 de septiembre será su último baile.
A propósito, en conversación con Las Últimas Noticias, De Azcuénaga reveló algunos detalles de su origen:
“En este barrio no había nada. Yo me dedicaba a las antigüedades y un día vi este lugar, que era el estacionamiento de la casona. Conversé con el dueño y lo transformé yo mismo en el bar que es hoy”.
Eso fue en 1985. De ahí, Don Berri se puso el overol para adornar el sitio como una taberna con ese piso tan característico, que emula un tablero de ajedrez, y con mesas cubiertas de mármol de Carrara. También confeccionó la barra y consiguió las antigüedades, como la cafetera o el piano que destacan nada más al ingresar.
Antigüedades que, por cierto, le gustaría conservar. “No quisiera vender nada, pero no caben en mi casa”, admitió.
A unas pocas horas del cierre, De Azcuénaga al cierre sinceró que si fuera por él, continuaría con el negocio. “Son 38 años, es mi vida, me gusta. Acá me siento yo mismo”.