Fiesteros calmaron la mona con asados y mariscos

Luego de hacer gárgaras con copete en la noche de Año Nuevo, la barra pop ayer despertó con el buche herido y la cabeza como bengala, por lo que varios encañados tuvieron que ensoparse con un mariscal y afirmar la guata con un pulento asado y su correspondiente pilsen bien heladita.

"Antes de las 5 de la mañana ya habían gallos golpeando de rodillas las puertas del Mercado Central", contó a La Cuarta Daniel Rojas, dueño del local "Christiancito", cuya especialidad es resucitar fiambres con platos cargados a los mariscos.

Rojas dijo que este año los chichafrescas incluso hicieron vigilia para entrar de los primeros al Mercado Central, igual que en las funciones de Lady Gaga, Marc Anthony y Enzo Corsi.

Pasado el mediodía todavía había cientos de zombis varados que esperaban los efectos del marisco para espantar la resaca.

Uno de ellos fue Miguel Sandoval, quien pasó de largo y se fue derechito al Mercado. Después de cucharear una paila marina y servirse un caldito de postre, el ñato dijo que se pegó el pique desde Peñalolén, “porque anoche se me pasó la mano con el ron”.

EMPANADAS DE MARISCOS SE ACABARON ALTIRO

“Queríamos comernos unas empanadas de mariscos, pero fue lo primero que se acabó, así que nos decidimos por una paila marina”, señalaron a coro Germán Reyes y su señora Verónica, en el Mercado Central.

“Estuvimos hasta tarde mirando los fuegos artificiales en la Alameda. Después vino el champañazo y a mi mujer le bajó la sed”, contó Germán, quien en Año Nuevo se enguató con champán y cerveza.

“Ahora estamos acá en el Mercado tratando de recomponer las cosas, pero el problema de los mariscos es que si bien pasan la caña, dan más sed y ganas de seguir chupando”, filosofó.

Otro encañado, Juan Huircán, dijo que después de pegarse una pestañada de 6 a 9 de la mañana viajó desde Colina al Mercado para “tomarme un caldito caliente, transpirar y volver como tuna a la casa”.

DOÑA DORA LEVANTÓ MUERTOS CON SU CALDITO

Los bolicheros del Mercado Municipal de Maipú también se levantaron con el gallo para recibir a cientos de enfiestados que, al quedar en pana de parafina y cortos de mastique, decidieron seguir la pachanga en el tradicional local que cumple 35 años reponiendo comensales después de las fiestas.

“Tempranito estaba lleno de jugosos, así que hubo que apaciguarlos con una buena paila marina”, dijo Dora Muñoz, cocinera del local “Quellón”.

“Con el caldito que hago con las cabezas de congrio más unos ingredientes secretos cocino una paila que nunca me ha dejado mal con mis clientes”, largo.

Pasadas las 11 de la madrugada, cuando varios ya se habían pegado una oreadita con el sustancioso bitute y una que otra pilsen recomponedora, Christian Vittori, alcalde de Maipú, llegó en moto y con cara de juguete a darle el visto bueno al brillo. “Quiero hacer famoso este mercado que no se conoce mucho en Santiago. La idea es que venga gente de otras comunas a conocer este lugar que funciona hace 35 años”, dijo.

En el famoso local “Christiancito” del Mercado Central, su guaripola Daniel Rojas, tuvo que sacar más brazos que un pulpo para atender a su clientela, que antes de las 5 de la madrugada ya lo tenía picando cilantro y abriendo choros.

LOS ZÚÑIGA REVIVIERON CON LA MANSA PARRILLADA

No sólo con mariscos se afirmaron los chilenos, sino también con carnecita, chancho y pollo.

Ayer varios llegaron con el hígado en la mano y con el terrible diente al Parque O’Higgins para darle el bajo a un asado que armaron con los restos que dejaron los cabros chicos.

La familia Zúñiga Ortega, de la comuna de San Ramón, llegó en patota hasta los prados del Parque O’Higgins.

“Es necesario venir a un lugar así para cambiar de aire. Además a mi mujer le gusta harto la carne, ojalá a punto tirando pa’ crudita, y como yo soy buen marido siempre le doy en el gusto”, chistoseó Lucho Zúñiga.

Entre lomos, costillares y risas, el hombre contó que su mujer, Paulina Caballero, “es igualita a una vampira, ya que chupa de noche y duerme de día”.

Ella respondió: “Es mentira lo que dice mi marido porque yo soy la más sanita del lote. Lo único que me gusta comer es longaniza y no me tomo hasta el vinagre como mi cuñadita, Abelina”, señaló Paulina.

Los integrantes del clan se mandaron al pecho chuletas de chancho, carne y pechugas y tutos de pollo y después se pusieron traje de baño para bañarse en la laguna del parque.

“Entre lunes y martes gastamos 50 lucas y lo pasamos filete”, dijo Lucho.

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