Expertos penquistas lograron reducir la presencia de metales en el "juguito de uva" con proceso único en el mundo, que además permite prolongar la vida del producto en la botella.
Popularmente, las hojas de nalca y la totora son conocidas por múltiples usos. La primera, para tapar el curanto en hoyo, preparar ensaladas o como remedio natural en el tratamiento de ciertas dolencias. La segunda, en artesanía e incluso construcción de barcos. Eso, hasta ahora.
Hace pocos días, la Universidad de Concepción fue escenario para un testeo de vinos patrimoniales del Valle del Itata, los cuales fueron sometidos a un proceso de desmetalización mediante un inédito y exitoso sistema de filtrado a base de nalca y totora. Algo único en Chile y el mundo.
Los responsables de este proyecto son la Viña de Neira, ubicada en los Altos de Guarilihue, Valle del Itata, en alianza con la "U" penquista, específicamente mediante el trabajo del doctor Yamil Neira, de la Facultad de Farmacia, y del doctor Miguel Pereira, del Departamento de Ingeniería Civil Química, y con el apoyo económico de Corfo y Fondef.
El proyecto
Yamil Neira explica que esta idea propone la fabricación de un sistema de estabilización del vino, mediante su filtrado y desmetalización por filtros fabricados en base a fibras naturales, biodegradables y renovables, obtenidas a partir de estas especies vegetales nativas.
El académico detalla, además, que en contraste con los procesos utilizados actualmente para reducir la turbidez y el contenido de partículas y microorganismos en el vino -correspondientes a distintos tipos de filtración-, así como los métodos usados para reducir su contenido de metales -que consisten en la adición de sustancias químicas para la floculación y remoción de los metales por su posterior filtrado-, la solución aquí propuesta permite cumplir ambos objetivos en una sola etapa de procesamiento, previa al embotellado del vino.
¿Y resultado? Positivo. Gracias a este sistema, se logró reducir en un 60% la presencia de metales, entre ellos el hierro. Y hay más, porque también el vino natural y patrimonial, en este caso, puede alargar la vida útil en botella.
"Actualmente, un vino natural del Valle del Itata tiene una duración en botella de 2 a 3 años. Y con este sistema estaríamos duplicando a seis, incluso siete años su estabilidad y vida dentro de la botella. Lo que sin duda mejoraría las posibilidades de comercialización de este tipo de vino", celebra el académico.
Vida útil del vino y ahorro en los sistemas de frío, los beneficios
Felipe Neira González, gerente general de la Viña de Neira y parte del equipo de expertos que participó en el testeo, hicieron hincapié en que este sistema desmetalizante viene a constituirse como el primer filtro natural, único en Chile y el mundo.
"Es importante también reconocer que el mercado de los vinos naturales ha crecido mucho en los últimos cinco años. Sus consumidores saben mucho de vino. Por ello, es clave este proyecto y necesitamos seguir adelante con este proceso de investigación y desarrollo", indicó.
Además de la desmetalización del "juguito de uva", Felipe Neira explica que la microfibra a base de totora y nalca también otorga estabilidad y prolonga la vida natural del vino en botella, y un beneficio indirecto en el ahorro de los sistemas de frío que deben utilizar las viñas para recubrir sus cubas y acelerar la precipitación tartárica.
Esto, debido a que este sistema remueve considerablemente el contenido de potasio dentro del vino. "Dependiendo del tamaño de la viña, este sistema de frío para una cuba, se calcula entre un millón o dos millones de pesos por cuba. Una bodega de vinos naturales, si produce entre 15.000 a 20.000 litros, el ahorro sería de 7 u 8 millones de pesos por un sistema de frío de una viña promedio", destacó el también Ingeniero Civil Industrial del Campanil.