En 1976 la ingeniero forestal Gabriela Omegna Molina llegó a la Corporación Nacional Forestal de Chile (Conaf) a hacer su práctica profesional en el departamento contra incendios.

En la Conaf cachó que en el país no había una mascota que identificara al organismo y sirviera para educar a los niños en el combate del fuego, como en EE.UU. lo hacía el Oso Fumarola.

Gabi se dio cuenta de que en algunas regiones usaban una coneja, un zorro y un árbol con patas, pero ninguno era oficial, así que les pidió a unos amigos diseñadores y arquitectos que le hicieran bocetos.

"Recibí como 30 y me quedé con el coipo porque es tierno y está presente entre Coquimbo y Magallanes".

La practicante esperó hasta junio de ese año cuando se realizó la Jornada de Evaluación del Programa de Manejo del Fuego y presentó su idea que las autoridades aceptaron de inmediato, pero no fue hasta 1983 cuando vio al primer muñeco en persona.

Para bautizar al personaje que no habla se realizó un concurso infantil y fue escogido el nombre de Forestín, que durante los '80 trabajó con el Profesor Rossa y alcanzó gran popularidad.

El cariño que los niños demuestran hacia el mono corpóreo conmueve a Gabi, quien está consciente de que algunos cabros le dan patadas en las canillas y que otros lesos han usado su traje para entrar a un motel o ponerlo en situaciones comprometedoras.

En la Plaza de la Constitución celebró 35 años y ahí hicimos un muestreo para saber qué animal pensaba la gente que era Forestín.

Un 80% pensaba que era un castor, el 9% creía que era un topo, un tontorrón pensó que era un oso y otro despistado dijo que era una laucha. Sólo el 5% respondió correctamente que es un coipo.

Gabi está al tanto de ese error y le echa la culpa a la educación que reciben los niños, que en su mayoría aprenden animales como leones y elefantes que nada tienen que ver con Chile.

"Además, el coipo es pariente del castor, así que no están tan perdidos", agregó la mamá de Forestín, quien dijo: "Sí, soy un coipo, y qué".

Lo importante para la ingeniero es que su "hijo" ha cumplido su misión, porque ha educado a varias generaciones de niños que antes se divertían creando incendios.

El sueño de Gabriela es realizar en Chile una reunión mundial de monos similares al suyo, y que algún día Forestín encuentre una mujer y se reproduzca.