En la sala del 1ºA del Liceo Miguel de Cervantes y Saavedra A-8, en Santiago, se siente con fuerza el "¡vaaamos, vaaamos chileeenos!". Los que cantan a coro son peques de entre 6 y 7 años. En su mayoría extranjeros, pero chilenos de corazón.
Catalina Vargas, profesora del curso parecido al de "Carrusel", soltó a La Cuarta que en su aula hay 37 alumnos. De ellos, 23 son de otros países. Hay 17 peruanos, un colombiano, un chino, dos haitianos, una dominicana, una argentina y 14 chilenos.
"Al principio era complicado. Los peruanos usan palabras que no entendía, por ejemplo, tarjador, que es sacapuntas. Era complejo comunicarse", contó.
Charlene, de 6 añitos, no pasa desapercibida con sus trenzas. "No soy extranjera, soy chilena", dice la peque de padres dominicanos.
"Me sé la canción de los partidos de Chile", dice Adams, de Haití. Catalina aseguró que "hoy ya no existe la nacionalidad en el curso. Son todos del 1ºA".
Con los papis
Aunque el curso se lleva de maravillas, la profe jefe afirmó que las reuniones de apoderados son todo un desafío: "Los papás de Vicente Liu Tan (7) no hablan nada de español, entonces él les tiene que traducir, porque habla perfecto. A veces me llama una trabajadora que tiene en Meiggs, quien trabaja con el papá, para explicarle y así pueda traer los materiales".
Como el curso es ultra cosmopolita, las clases de historia son bastante diferentes a lo que comúnmente se ven en las aulas. "Ahí cada uno nos dice algo de su país. Entonces todos aprenden otras realidades. También hacemos lo mismo en las clases de Lenguaje, ya que cada uno sabe palabras que el otro desconoce. Igual los niños aprenden más rápido, a mí aún me cuestan algunas palabras", señaló, la maestra.
Cecilia Brito, dire del recinto, contó a La Cuarta que hay 1.500 estudiantes, de los cuales 500 son inmigrantes. Explica que la llegada de los peques extranjeros los motivó a mejorar en aspectos educativos. Pero no sólo eso, también hubo que adaptarse.
"Hay una serie de tradiciones que es imposible no rescatarlas, uno puede estar o no de acuerdo, pero están súper arraigadas. Nuestra escuela es laica, pero toda la gente de República Dominicana adora a la Virgen, entonces tenemos una en el colegio y los niños van a rezar". Agrega que "nuestro desafío es trabajar con la diferencia, porque eso puede generar nuevos espacios, es un aprendizaje para todos nosotros".
Ejemplo
Para Catalina, la mayor enseñanza no es la gran cantidad de información que ya sabe sobre los otros países latinoamericanos. "Aprendí a aceptarnos. Siento que nos dan una gran lección. Los niños tienen súper arraigado el país. Te enseñan a querer más el país. Tu los vieras cómo bailan cueca o cantan el himno nacional. Los miras y se ponen la mano en el corazón y uno ahí dice aman el país".
Otra cosa que destaca es el respeto que hay hacia el profe: "En Chile no es bien mirada la profesión, pero ellos nos toman en serio, para los extranjeros tú eres muy importante".
Se suman los pequeños haitianos y llaneros
La realidad del Liceo Miguel de Cervantes no es la única. Según datos entregados por la Municipalidad de Santiago, en dicha comuna hay 4.123 estudiantes migrantes. Ellos representan el 12,2% del total de estudiantes de la comuna.
Cache que el año pasado, los alumnos migrantes de las escuelas y liceos municipales de la común provenían principalmente de Perú, Colombia, Ecuador y Bolivia. Hoy, cada día se suman más haitianos y escolares de Venezuela.
Hace dos años, la Muni de Santiago, creó el programa "La Escuela Somos Todos". La gracia es que se busca facilitar y regularizar la situación de los estudiantes migrantes de las escuelas y liceos municipales de la comuna.